El escándalo por cómo se visten las tenistas

De nueva cuenta ha surgido el tema de los códigos de vestimenta apropiados para un ámbito laboral.

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En esta ocasión se trata del tenis, debido al traje de cuerpo completo que usó Serena Williams en el Abierto de Roland Garros y que Bernard Giudicelli, el presidente de la Federación de Tenis Francesa, aseguró no “respeta el juego”. Su comentario desató furor en redes sociales y críticas sobre los intentos de “controlar los cuerpos de las mujeres”, como tuiteó la excampeona Billie Jean King.

Pero, en pleno desarrollo del Abierto de Estados Unidos, no puedo evitar preguntarme si en el revuelo por el traje de malla —y la supuesta prohibición que la misma Williams, adepta a defender con fuerza, prefirió dejar en veremos—, el árbol no nos ha dejado ver el bosque.

¿Por qué, en 2018, cuando desarrollar la vestimenta para mejorar el rendimiento se ha vuelto casi una ciencia, los zapatos deportivos ya son de diseñador y existe ropa que puede usarse igual sin importar el sexo o género, las tenistas aún utilizan un pedazo de tela alrededor de sus caderas para que se asemeje a un vestido?

Es el equivalente sartorial de aún tener una cola vestigial.

Tan solo hay que ver la prenda de Nike que usaron Simona Halep (número uno en la clasificación y quien perdió en la primera ronda) y la campeona defensora Sloane Stephens. Sus “vestidos” eran faldas con aberturas hasta la cintura que en realidad terminaban por mostrar los shorts que traían debajo. Cuando las atletas estaban en movimiento, lo que es frecuente, la rendija hacía que el “vestido” pareciera más una camisa larga.

“Nos divertimos con la falda”, dijo vía correo electrónico Abby Swancutt, directora de diseño para Nike Court, la división de tenis. “Está diseñada para abrirse del lado izquierdo de la cadera para darle más campo de movimiento a las atletas, y la silueta también resalta la construcción plisada de la falda y el short de tie-dye. Una longitud relativamente más corta ayuda a que tengan más rango de movimiento”.

Esa “longitud relativamente más corta” ya es tal que las prendas no serían consideradas nunca un vestido fuera de las canchas. No solo se trata de Nike; también lo hicieron Adidas con los estilos diseñados por Stella McCartney o Fila con trajes que ya se han visto en otros partidos del Abierto de Estados Unidos. Apenas podrían llamárseles túnicas.

Claro que hay excepciones. Williams usó una prenda asimétrica con tul de Virgil Abloh en su primer partido que, al igual que la vestimenta de Maria Sharapova del año pasado, se asemeja más a las siluetas de vestidos de coctel.

Pero el efecto es el mismo: una prenda que alguna vez tuvo un propósito —que la atleta demostrara claramente su género para casi aminorar la amenaza de su poder deportivo— ya no lo tiene.

Esto quedó particularmente claro con el traje de Adidas que usó Garbiñe Muguruza en su primer partido: shorts de satín y camiseta sin mangas. Los shorts no lucen muy distintos de las faldas sobre los shorts coloridos de las otras competidoras. Entonces ¿para qué incluir siquiera la tela extra? Definitivamente no es algo que mejore el desempeño.

Porque las jugadoras no tienen por qué usar ni vestidos ni falda. El reglamento de los Grand Slams, de hecho, no prohíbe explícitamente el uso de, digamos, shorts. Requiere “una vestimenta de tenis limpia y habitualmente aceptable” como lo “determine cada torneo de Grand Slam”. Pues ahí está el meollo: ¿qué es una vestimenta habitualmente aceptable para el tenis?

Dependerá del cristal a través del que se mire, supongo.

Por lo menos parece que los shorts sí califican. Maria Sharapova usó un traje similar a un esmoquín en el torneo de Wimbledon 2008. Victoria Azarenka ha utilizado shorts en varias ocasiones desde 2012. Demi Schuurs, tenista neerlandesa que destaca en dobles, usa shorts sueltos, más similares a la ropa atlética hecha para hombres. Serena Williams usó un traje de malla de shorts en el Abierto de Estados Unidos de 2002.

La mayoría de las mujeres practica con shorts y todas las tenistas los usan debajo de las faldas y vestidos cuando compiten, a diferencia de los calzoncillos con volantes que se usaban antes.

Los vestidos —o similares a vestidos— quizá sean un reconocimiento de la historia, de las mujeres que empezaron todo y lo que ellas vestían (¡faldas hasta el tobillo!). Quizá sean, como dijo Swancutt de Nike, el símbolo para la atleta que diferencia un partido de Grand Slam de una sesión de práctica; una forma de herramienta psicológica. Quizá enaltezcan un sentimiento de estar lista gracias al estilo.

Pero la verdad es que también son sombras de estereotipos viejos. Esas metas de preparación pueden lograrse con otros medios decorativos o materiales, como Nike demostró con el traje de malla completo de Williams y como siempre lo ha sabido la moda.

Es momento de que entren en juego estas nuevas prendas.

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