Casi todos los antecedentes favorecen a un Djokovic, número 1 del mundo, que es el gran depredador de títulos de los últimos años frente a un Murray, número 2 de la ATP, que se ha visto frenado en su progresión por el tenista serbio.
Además de engrosar su palmarés, el vencedor se llevará la nada despreciable cifra de 3,4 millones de dólares australianos (2,224 millones de euros), mientras que el perdedor tendrá el consuelo económico de 1,7 millones (1,112 millones de euros).
Será la novena final australiana en la que se enfrenten los números 1 y 2 del cuadro, y la última vez que el favorito cayó derrotado fue en 1995, cuando Andre Agassi venció a Pete Sampras.
Por lo que respecta a sus enfrentamientos directos, la balanza se desnivela a favor de Djokovic por 21-9, que también ha vencido en diez de los últimos once enfrentamientos con Murray. Esa única victoria del escocés fue en la final del año pasado en el Masters 1000 de Montreal.
También será la cuarta final que ambos jugadores disputen en el Abierto de Australia, con lo que igualan a las cuatro finales que disputaron en Roland Garros Rafael Nadal y Roger Federer en 2006-7-8 y 11.
Para Djokovic, ganador de 5 títulos (2008, 2011, 2012, 2013 y 2015) en el Abierto de Australia, ganar supondría igualar al local Roy Emerson que logró seis victorias en 1961, 1963, 1964, 1965, 1966 y 1967.
Además, el tenista serbio alcanzaría al sueco Bjorn Brog con once títulos, en la quinta plaza de ganadores de Grand Slam que encabeza el suizo Roger Federer con 17, secundado por Nadal y Sampras con catorce.
Los datos de Djokovic no parecen tener fisuras y si gana sería su séptimo título consecutivo en el circuito ATP, tras ganar en el Abierto de Estados Unidos 2015, Pekín 2015, Shanghai-1000 2015, París 1000 2015-, ATP World Tour 2015 y Doha 2016. Los focos apuntan a Djokovic, pero Murray también quiere ser protagonista.