En dos horas y 20 minutos certificó su quinta presencia consecutiva en la final de un grande el primer cabeza de serie, campeón el pasado año de Wimbledon y de los Abiertos de Australia y los Estados Unidos y subcampeón de Roland Garros, torneo que todavía se le resiste.
Bajo un cielo parcialmente nublado y una temperatura de 25 grados centígrados saltaron Djokovic y Federer al cemento azul del Rod Laver Arena. El actual dominador del circuito masculino y el jugador con más Grand Slams -17- de la Era Open se citaron por cuadragésima quinta vez desde 2006 para quebrar la igualdad que entre ellos estipuló el resultado de los duelos precedentes.
El rendimiento de uno y otro, sin embargo, fue hoy desigual en el arranque: un Djokovic pletórico se midió con un Federer disminuido, superado en todas las facetas por el cinco veces campeón del torneo.
El jugador de Belgrado, de 28 años y poseedor de diez major, llevó el duelo adonde quiso y desde el fondo de la pista construyó un triunfo que supondrá su decimonovena aparición en la final de un Grand Slam. El británico Andy Murray o el canadiense Milos Raonic, quienes mañana protagonizarán la otra semifinal, será su adversario en el definitivo encuentro por el trofeo.
Sin atisbos del mejor Federer, el suizo acumuló sobre todo números negativos. Doce errores no forzados y apenas once puntos ganados, seis de ellos con golpes ganadores, explican el 6-1 que encajó en la primera manga. El ex número uno del mundo, de 34 años, se vio no solo sometido al resto sino también con su servicio y, sin el golpe que le permite solventar en muchas ocasiones situaciones incómodas, luchó igualmente desarmado en el segundo set.
Por 6-2 se anotó Nole ese parcial. Con solo 54 minutos de disputa sobre sus piernas, el serbio encaró el tercer set con la determinación de quien se sabe superior. No en vano, se mantiene invicto en 2016 tras su triunfo en Doha y desde el 1 de enero de 2015 cuenta con solo seis tropiezos.
Federer, responsable de tres de ellos, se rebeló contra la derrota, multiplicó sus aproximaciones a la red y soñó con la remontada tras romper el saque de Djokovic en el sexto juego. Ese quiebre le acabó por entregar la manga (3-6).
El cierre del techo, motivado por la lluvia, interrumpió momentáneamente la semifinal. Un paréntesis que precipitó la recuperación de Djokovic, menos descansado que el suizo. En su camino hacia este compromiso, el serbio empleó 12 horas y 35 minutos. Federer, en cambio, 9 horas y 9 minutos.
En el octavo juego del cuarto set dinamitó definitivamente el partido el dominador del circuito masculino. Tomó una ventaja de 5-3 tras sumar al resto y avistó su sexta final en Melbourne Park, escenario que conquistó en 2008, 2011, 2012, 2013 y 2015. Un título más, el número 61 de su carrera, persigue Djokovic en la vigente edición del Abierto de Australia.
El número uno será favorito en la definitiva ronda sea quien sea su oponente. Por 21-9 domina a Murray; por 5-0 a Raonic.