Serginho murió en la cancha y a Fadiga lo salvó el desfibrilador

SAN PABLO/LONDRES, 28 (ANSA y EFE). El drama del jugador Serginho, del Sao Caetano, que murió la noche del miércoles al sufrir un paro cardíaco en pleno partido, encendió una polémica sobre si el club debería haberle permitido jugar, ya que al parecer sabía que tenía problemas cardíacos.

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Serginho se desplomó a los 14 minutos del segundo tiempo, al sufrir un paro cardíaco fulminante durante el partido frente a Sao Paulo, en el estadio Morumbí, para desesperación de los médicos de ambos equipos, que intentaron sin éxito reanimarlo.

El zaguero, que se llamaba Paulo Sergio de Oliveira Silva y deja esposa y un hijo de 4 años, murió poco después en un hospital, sin haber recuperado la conciencia.


SUFRÍA DE ARRITMIA CARDIACA

Serginho, que tenía 30 años, sufría de una arritmia cardíaca de origen genético, que le había sido diagnosticada durante un examen de rutina en la pretemporada, por lo que corría un riesgo mucho mayor que de cualquier otro futbolista.

"Dependiendo de la gravedad de la arritmia, no es recomendable ningún tipo de actividad física, mucho menos ser jugador profesional, por el riesgo de un paro cardíaco", dijo hoy el doctor Turibio Leite de Barros, coordinador del Centro de Estudios de Medicina de la Actividad Física y el Deporte de San Pablo.


LA FIFA DEBERÍA PROHIBIR

Tras la muerte de Serginho, la prensa brasileña sostuvo que, a pedido del Sao Caetano, el jugador había firmado un documento en el que asumía la responsabilidad por cualquier problema de salud que pudiera sufrir jugando. El club niega la versión.

"Un médico tiene el deber de alertar, pero no puede impedir a un jugador ejercer su profesión. Pienso que la FIFA o algún otro órgano debería crear una norma para impedirles a jugadores con problemas cardíacos graves jugar fútbol", afirmó el doctor Barros.


UN DESFIBRILADOR EN LOS ESTADIOS

Para el doctor Nabil Gorayeb, presidente de la Sociedad Brasileña de Cardiología, todos los estadios deberían contar en forma obligatoria con un aparato desfibrilador semiautomático, que da una descarga eléctrica en el corazón para que vuelva a latir en caso de un paro.

El aparato posee control electrónico que detecta la fuerza del choque a aplicar y da informaciones de voz a quien lo aplica, permitiendo que una persona sin conocimientos médicos pueda realizar los primeros auxilios.

"El concepto es este: tenemos un paro cardio-respiratorio por una descarga eléctrica en el corazón. Eso no es muerte. Uno tiene tres minutos para intentar una reanimación y ella tiene resultado en el 70 por ciento de los casos", afirmó el médico.


A FADIGA LO SALVÓ

El zaguero senegalés Khalilou Fadiga, jugador del inglés Bolton, fue dado de alta esta mañana tras pasar la noche internado en observación en un hospital después de sufrir un desvanecimiento repentino antes de un partido y ser reanimado en los vestuarios con la ayuda de un desfibrilador.

"Lo sometieron a todos los exámenes de rigor y sus condiciones de salud son buenas, pero los médicos no logran establecer aún qué provocó su desvanecimiento", explicaron voceros de Bolton a la BBC de Londres.

"Considerando sus antecedentes, debemos ser muy prudentes", explicó el técnico de Bolton, Sam Allardyce, en referencia a la operación de corazón a la que Fadiga fue sometido en mayo en Bélgica.

Fadiga, de 29 años e integrante de la selección de Senegal que sorprendió en el Mundial de Corea-Japón 2002, se desvaneció imprevistamente en la víspera en el precalentamiento previo al choque con Tottenham por los dieciseisavos de final de la Copa de Liga de Inglaterra. La presencia ayer en el estadio de un desfibrilador resultó clave para salvarle la vida al senegalés.

A Fadiga se le detectó una arritmia cardíaca en julio de 2003, cuando lo transfirió Auxerre a Inter, del que se desvinculó en setiembre para firmar contrato por un año con el Bolton.


CASOS DE FOE Y FEHER

Serginho une su nombre a una lista negra que se había reactivado el pasado 26 de enero, cuando murió, en idénticas circunstancias, el delantero húngaro Miklos Feher, que militaba en el Benfica portugués. Feher murió por una parada cardiorrespiratoria después de haberse desmayado en el partido que su equipo jugaba contra el Guimaraes, tan solo siete meses después de que le sucediese lo propio al internacional camerunés Marc Vivien Foé durante la Copa de las Confederaciones que se disputó en julio del 2003 en Francia.
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