Phelps estrena “bañador”

BARCELONA. Phelps después de Phelps es el punto de reinvención en el que se encuentra el mejor nadador de toda la historia, situado en una encrucijada con nuevos elementos -una esposa, un hijo de meses- y todo ello lejos del agua, su hábitat natural.

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Después de convertirse en una leyenda, una vez se colgó su vigésima octava medalla olímpica en Río, su vida ya no se medía en centésimas ni todo estaba perfectamente delimitado por las indicaciones de Bob Bowman o por la línea de las corcheras de la piscina.

Y ahora ha llegado el momento de tomar decisiones, de mirarse en el espejo y sobre todo de elegir el modelo a seguir y Phelps se ha fijado en dos ejemplos: Michael Jordan y Tony Hawk.

Cómo le ocurrió a él con sus idas y venidas de la piscina, Jordan también dejó el baloncesto un par de veces, para volver a la tercera, pero lo que le interesa realmente a Phelps es la vertiente de hombre de negocios del '23' de los Bulls.

Jordan generó 2.800 millones de dólares para Nike con 'Air Jordan' y Phelps quiere ahora impulsar una marca de bañadores (MP) para relanzar su imagen lejos de la piscina y, claro, engordar su fortuna, ahora cifrada en 55 millones de dólares.

De Hawk, con una fortuna calculada de más de 140 millones de dólares gracias al 'skate', Phelps anhela su capacidad para diversificar los negocios, desde su marca de ropa hasta un juego para multiplaforma y una presencia continuada en los medios de comunicación.

Aumentar las ventas acudiendo al gancho de un deportista superconocido es una práctica muy habitual, pero los bañadores 'Aqua Sphere' de Phelps necesitan un rediseño y seguramente un ajuste de precios, ya que los modelos de competición se sitúan en torno a los 300 dólares.

Mientras tanto, el tiburón de Baltimore se prodiga más que nunca.

Viaja a China para prestar su imagen a la firma de moda 'Under Armour', se le ve anunciando un videojuego, interviene en 'Lip Sync Battle', un programa musical estadounidense, o regala auriculares 'Beats by Dre', aquellos tan vistosos con los que se evadía antes de saltar a la piscina.

Michael muestra ahora su vida a través de las redes sociales.

Allí pudo verse la primera clase de natación de su hijo Boomer con Cathy Bennett, que también le enseñó a nadar a él; las fotos de su segunda boda celebrada en octubre -la primera fue secreta y poco tiempo antes de los Juegos- o continuas apariciones siguiendo la evolución de los Ravens, el equipo de fútbol americano de Baltimore.

Phelps tiene muchos frentes abiertos. El último es escribir (otro) un libro sobre su vida, la acuática y la alejada del cloro, cuando tras ganarlo todo en Pekín 2008 se apuntó a la vida disipada, fue suspendido por fumar marihuana, multado por dar positivo en un control de alcoholemia e ingresado en un centro de rehabilitación, antes de relanzar su carrera y retirarse a lo grande en Río de Janeiro.

Igual ese es un buen punto de arranque para la nueva vida de Phelps, una historia de superación, de esas que tanto gustan en Hollywood, con todos los ingredientes necesarios del 'American way of life'.

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