“El sueño de Maravilla rozó la pesadilla”, afirma el diario La Nación, que en su comentario destaca que “antes del combate Martínez había prometido un nocaut a partir del octavo round. Sin embargo, fue en ese el asalto en el que el inglés lo derribó con un cross de izquierda y un golpe seco con la derecha, que enmudeció a la multitud”.
“Si bien el bonaerense ganó por puntos, mucha gente en los pasillos del estadio se mostró contenta por la victoria pero puso en duda esa ventaja, y hasta algunos se animaron a decir que el fallo fue equivocado y que debió ganar Murray”, añade.
Según el matutino Clarín, Murray demostró “que no había viajado a Buenos Aires para participar en una fiesta” y atribuye al británico “el dominio de la situación en buena parte de la pelea”.
Martínez “intentó una reacción después de tres vueltas adversas. Pero sus golpes parecían no llegar al inglés. Murray no los sentía. Y si a eso se le sumaba la falta de variantes, el panorama para el argentino era muy desalentador”, agrega.
“La vuelta final encontró a un Maravilla jugado en ataque y ahí sí se pudieron ver sus mejores golpes en el final, cuando el físico ya no daba más y el corazón pegaba bien fuerte en el cuerpo de su rival”, indica el rotativo.
El diario deportivo Olé asegura que la tormenta y la lluvia desatadas a la hora del combate “lavaron las buenas intenciones y las promesas previas del púgil local. Los fuegos artificiales de la apertura dieron lugar a una de las actuaciones más pobres de Sergio Martínez en muchísimos años”.
“Ese ajado boxeador que se presentó en Liniers estuvo muy lejos de parecerse a Maravilla”, opina.
“Lento, sin chispa y con una alarmante endeblez física cada vez que Martin Murray iba a fondo, sólo el corazón de campeón le permitió al Martínez retener el cinturón de peso medio CMB”, remata.