“Si no hubiera exagerado con la historia o la hubiese contado completa, esto no habría sucedido”, declaró en una entrevista con el canal brasileño realizada en Nueva York.
Lochte admitió que la noche del supuesto asalto, que resultó un invento, “estaba ebrio” y regresaba de una fiesta junto a Gunnar Bentz, Jack Conger y James Feigen, todos del equipo olímpico de natación de Estados Unidos. También reconoció que, como afirmó la policía de Río de Janeiro, al llegar en un taxi a un puesto de gasolina cuando regresaban a la Villa Olímpica, se dirigieron al baño, en el que él causó algunos destrozos en una actitud que no supo explicar.
Asimismo, como dijo la policía, señaló que los responsables de la seguridad del puesto de gasolina esgrimieron un arma y los hicieron sentarse en el piso. Agregó, sin embargo, que tuvieron “que darles dinero” para poder abandonar el lugar. Según la versión de los empleados de la gasolinera, los nadadores ofrecieron ese dinero para compensar los daños causados.
En sus declaraciones a Globo, Lochte, quien acumula doce medallas olímpicas en su carrera, admitió su “total responsabilidad” en esos hechos y pidió disculpas “al dueño del puesto de gasolina, al pueblo de Brasil y a todos los que hicieron esos maravillosos Juegos”. También se declaró “profundamente arrepentido” de lo que calificó de “inmadurez”.
Los cuatro nadadores involucrados en ese incidente han regresado ya a Estados Unidos, pero el proceso continuará en la justicia de Brasil, ante la que pueden ser acusados de “falsa comunicación de crimen”.