“Un oro es algo que te alimenta mucho para los días malos. Cualquiera se despierta un día motivado, se va a entrenar con toda la energía, con toda la fuerza, pero hay días que llueve y hace frío y no quieres cumplir el entrenamiento. Estas son cosas que te ayudan a estar motivado y progresar”, dijo Rivarola en una entrevista con Efe en Santa Marta.
Asimismo, destacó que en esos días complicados recuerda la sensación tras una victoria, la cual calificó como un “elixir que vos querés volver a tener”.
El paraguayo afirmó que su retiro de esta disciplina en 2009 para dedicarse a estudiar y trabajar le sirvió mucho porque en 2013, año en el que regresó al remo, valoró el hecho de entrenarse y prepararse todos los días para hacer algo que ama.
“Eso me hizo valorar mucho el hecho de volver, apreciar, estar motivado día a día. Es complicado entrenar todos los días, estar siempre motivado y eso es algo que a mí me recuerda lo que no pude hacer, entonces me empuja a aprovechar cada día todos los entrenamientos para ir progresando”, manifestó.
Sin embargo, confesó que para un deportista de alto rendimiento “pesa mucho el aislamiento social”, pues cita como ejemplo que si sus amigos se reúnen hasta tarde, él no puede quedarse porque tendrá que estar durmiendo para entrenar al día siguiente.
“De repente puedo socializar de verdad, eso es lo que para un atleta de alto rendimiento pesa mucho, el aislamiento social porque tienes que entrenarte. Si la gente se junta medio tarde, voy a tener que estar durmiendo. Pero nada, trato de equilibrar un poco y de mirar adelante”, aseveró.
Rivarola viene de una familia que ha destacado en la práctica del remo, como su hermana, que participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y su padre, campeón Suramericano en 1976.
“Mi historia como remero es realmente por herencia. Mi abuelo Opa, mi papá fue campeón sudamericano en su época, mi hermana fue deportista olímpica en Atenas 2004 y yo empecé desde muy pequeño, en 2002 o 2003”, detalló.
El remero paraguayo se llevó este miércoles la presea dorada de la categoría skiff par de remos cortos de los Juegos Bolivarianos con un tiempo de 3 minutos, 34 segundos y 56 centésimos. Dos segundos después llegó el venezolano Juan Miguel Vicent Monasterio, medalla de plata (3.36:95).
“Estuvimos trabajando desde el término del mundial, que fue en Sarasota (Estados Unidos). Cuando volvimos estuvimos preparándonos a fondo para esto que eran 1.000 metros y nosotros los remeros estamos acostumbrados a recorrer una distancia de 2.000 metros. Al ser una carrera mucho más corta, el trabajo fue mucho más intenso”, destacó.
Por ello, dijo que estuvo preparándose “mes y medio únicamente para este tipo de distancia”.
El objetivo principal de Rivarola, que trabaja en herrería y carpintería en su tiempo libre, es participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y por ello recordó que llegó de manera inesperada a Río 2016.
“Para mi Río fue algo inesperado. No pensé en llegar y después de los Panamericanos de Toronto 2016, que se empezaban a dar los resultados y había ganado una final, me dije: Arturo, estás andando, puede ser que puedes llegar a clasificar, y clasifiqué ahí raspando. Los resultados en Río fueron buenos, llegué a los cuartos”, destacó.
De igual manera, sus buenos resultados en Río impulsaron su carrera y le permitieron recibir apoyo económico estatal para dedicarse de lleno al remo, algo que valoró.
Es por ello que se preparará para competir en los Juegos Suramericanos de Cochabamba 2018 para mejorar su nivel y llegar a los Olímpicos.
“Lo más importante más adelante es ir a Tokio, imagínate volver a unos Juegos, sería increíble”, concluyó.