Por el momento sólo hay un caso seguro: una atleta rusa estará en Brasil, la saltadora de longitud Darya Klishina, la única repescada por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF). Para todas las demás figuras rusas del deporte rey olímpico, el sueño carioca se evaporó el jueves con la confirmación por el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) de Lausana (Suiza) de su suspensión por parte de la IAAF.
¿Qué ocurrirá con los voleibolistas, campeones olímpicos en Londres, o con los luchadores, que regresaron de los Juegos de 2012 con 11 medallas? ¿O con la gimnasta Aliya Mustafina, oro olímpico en barras asimétricas?
La respuesta está en las manos del Comité Olímpico Internacional (COI), cuya Comisión Ejecutiva se reúne el domingo por teléfono. El veredicto se hará público mediante un comunicado.
Después de las nuevas revelaciones del ’informe McLaren’ el lunes, el COI tiene complicado ser clemente.
“Sistema de dopaje de Estado”, desde 2001, en 30 deportes con la ayuda “activa” de los servicios secretos del Kremlin, irónicamente calificados de “magos” con la sustitución de muestras rusas ’sucias’ en los Juegos de invierno de Sochi 2014 por muestras de orina ’limpias’. El documento redactado por el jurista canadiense Richard McLaren, a petición de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), da escalofríos.
Después de la lectura de ese informe y de la denuncia de “un ataque impactante y sin precedentes a la integridad de los deportes y de los Juegos Olímpicos”, Thomas Bach, el presidente del movimiento olímpico, dio a entender el lunes que la respuesta iba a ser contundente: “El COI no dudará en tomar las sanciones más estrictas posibles”.
La presión es grande sobre el COI para que actúe con pulso firme. “Los atletas de todo el mundo tienes el mayor respeto por el COI y espero que siga siendo así”, advirtió el martes la nadadora zimbabuense Kirsty Coventry, doble campeona olímpica y miembro de la Comisión de Atletas del propio COI.
El jueves fueron catorce agencias nacionales de lucha antidopaje, entre ellas las de Estados Unidos, Alemania y Japón, las que enviaron una carta conjunta al COI, pidiendo una respuesta colectiva.
“El deporte ruso no está a un paso, sino a unos milímetros del abismo”, resumía el viernes el diario ruso Komsomolskaia Pravda.
“El COI está ante una decisión muy difícil. Hemos leído el informe McLaren, muy impactante. Pero lamentamos que la AMA no haya venido a reunirse con nosotros en Rusia durante su investigación”, afirmó el sábado Vitali Mutko, el ministro ruso de Deportes, privado de acreditación para los Juegos de Rio por su papel y el de su ministerio en el “dopaje endémico” ruso, denunciado igualmente por el Comité Paralímpico Internacional.
“Lo admitan o no, también es algo política y hay una gran presión sobre las personas que tienen que decidir”, insistió el ministro en las páginas del diario ruso Sport Express.
Una eventual exclusión de Rusia por el COI no significaría el final del pulso, ya que el Comité Olímpico Ruso podría recurrir ante el TAS.
También quedaría conocer la amplitud de la eventual exclusión, ya que correspondería a las distintas Federaciones Internacionales aplicar, cada una, la medida, pudiendo repescar de manera individual a los deportistas rusos que estimen ’limpios’.
¿Serían todas las Federaciones Internacionales tan estrictas como la IAAF, que sólo repescó a Klishina? No es tan seguro: “Esperamos que autorizando la participación de deportistas rusos se envíe un mensaje positivo a los jóvenes, que merecen muestras de amistad y no una Guerra Fría”, declaró el jueves el austríaco Marius Vizer, presidente de la Federación Internacional de Judo.
A menos de dos semanas del inicio de los Juegos Olímpicos, el rompecabezas parece complicado.
“¿Es algo gestionable en el tiempo que nos queda?”, se preguntaba el francés Jean-Christophe Rolland, presidente de la Federación Internacional de Remo. “No estoy seguro de que podamos terminar un proceso jurídico en este plazo”, dijo a la AFP.