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Así se expresó el garrochista francés Renaud Lavillenie, campeón olímpico en Londres 2012, tras los durísimos silbidos que sufrió en su puja contra Thiago Braz Da Silva, quien anoche saltó 6,03 m y dio a Brasil su segundo oro en lo que va de Río 2016.
“Si exageré comparando con Owens en Berlín?”, se preguntó Lavillenie tras su cita sobre el célebre atleta negro de EstadosUnidos que superó a sus rivales alemanes en los Juegos celebrados hace ochenta años en la Alemania de Adolf Hitler.
“Sí, quizás exageré, pero hablé en la pista con mucha gente y todos me dijeron que nadie vio jamás algo así, un público tan poco deportivo”, siguió el francés, furioso contra los “futbolizados” aficionados brasileños.
“Dejémosle ciertas cosas al fútbol, nosotros no estamos acostumbrados. Entiendo que se aliente al campeón de la casa, pero no puedo aceptar que se silbe a los demás atletas, que quieren dar lo mejor de sí mismo”, expresó Lavillenie.
“Las Olimpíadas son valores, respeto y fair play, pero aquí el público demostró exactamente lo contrario: es una vergüenza para Río. Gané todo, y dos medallas olímpicas no es poca cosa, pero no puedo esconder mi desilusión profunda por esta falta total de respeto que ha herido el espíritu olímpico”.
Lavillenie, conocido por su fair play (alienta a sus propios rivales en plena competencia), afirmó que “lamentablemente, el fútbol tiene esta cultura digamos algo deplorable, pero aquí no jugamos al fútbol, los Juegos Olímpicos son otra cosa”.
El francés, que sí fue reconocido como campeón defensor y aplaudido en el inicio de la competencia, sufrió luego una lluvia de silbidos cuando quedó en duelo directo contra Braz y falló en sus dos saltos, primero de 6.03 y luego de 6.08.
El oro quedó para Braz, quien trabajó aislado en un centro de entrenamiento en Natal, en Río Grande do Norte, concentrado en mejorar tras su eliminación inesperada en los últimos Juegos Panamericanos de Toronto, donde falló sus tres saltos.
El “mago” ucraniano Vitaly Petrov (ex técnico de Sergei Bubkay de Yelena Isinbayeva) buscó así alejarlo de la presión y mejorar su técnica, especialmente la corrida, según admitió el propio Braz, que llegó a Río apenas antes del inicio de los Juegos.