Cuando parecía que una de las generaciones más laureadas del balonmano de todos los tiempos se aprestaba a firmar una tercera derrota, con un gol menos que los africanos entrenados por el español Juan Carlos Pastor en el último minuto, Ludovic Fabregas logró un empate que le permite aun soñar con la clasificación.
El pabellón, que había agonizado durante todo el encuentro, se despertó para aclamar a una selección que casi era una medalla segura en el ideario de los aficionados locales.
Fue el epílogo de un encuentro complicado en el que Francia se vio de nuevo zarandeada por una selección teóricamente inferior, como ocurrió frente a Dinamarca y contra Noruega, pero esta vez llegó con un último aliento de esperanza al tramo final y se aferró al torneo.
Su continuidad dependerá ahora de ganar a Argentina este viernes y a Hungría el próximo domingo y ni siquiera así tiene garantizado seguir adelante en la defensa de su oro.
Pese a su mala imagen, Francia se ha convertido en el fantasma del grupo B, mientras en el A todos hacen cuentas para evitar el hipotético cruce con los "Expertos".