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La capital peruana ofreció una presentación de nivel olímpico con infraestructura de categoría mundial, muy alejada de lo que es nuestra realidad, pese al entusiasmo que se tenía de traer un evento de gran magnitud que incide en diferentes rubros, no solo en lo deportivo.
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Mientras Lima en su exhibición ofrecía opciones tangibles y concretas como calidad en el transporte, conectividad, posibilidad de realizar todos los deportes y una villa inmensa para los atletas, Asunción se aferraba a lo hecho en Odesur 2022 y a maquillar lo que será un posible futuro.
Y si hablamos de calidad, ayer tuvimos que observar la asamblea entre cortes de energía eléctrica, algo que sí sucede con frecuencia, una verdad que pone a uno a pensar además de otras aristas como la inversión que se estaba perfilando.
Parte de la presentación de Asunción hablaba de un tren de cercanías y complejo habitacional, proyectos intangibles que no tienen sustento en ningún argumento.
De parte del Gobierno se aseguró un monto de 315 millones de dólares, algo totalmente fuera de lugar pensando que hay aulas que se derrumban en todo el país.
Lima, que ya realizó estos juegos en 2019, nos pintó un panorama que dejó a Asunción sin chance de ser sede de la cita continental.
Asunción igual tendrá un gran reto el próximo año cuando albergue la segunda edición de los Panamericanos Junior, algo que marcará la agenda deportiva de los próximos años.