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La vida ajedrecística de Torre es parecida a la de otras fulgurantes estrellas fugaces que conoce la historia de este deporte, como Paul Morphy y Rudolf Charousek, quienes por una u otra razón sólo dejaron una muestra (brillante, eso sí) de su enorme potencial.
Nació en Mérida, en la provincia de Yucatán, México, y tuvo una vida razonablemente larga, pero su carrera ajedrecística fue corta, duró solo unos pocos años.
Se han realizado 32 torneos en su Mérida natal en su homenaje, el 33º está previsto que se juegue del 14 al 19 de diciembre de este año.
No hay forma de saber con certeza la fuerza de Torre, si bien ahora, con el Elo actualizado, aunque sea de forma aproximada, podemos tener una idea. Su Elo de entonces (en 1926, sin la inflación actual del Elo) era aproximadamente 2.560, similar al de Spielmann y Tartakower.
Era una puntuación ligeramente superior a la de Reti y Grunfeld, bien debajo de los tres campeones mundiales de su época, Lasker, Capablanca y Alekhine.
Su “score” contra estos tres grandes fue de +1 =2, (venció a Emanuel Lasker, hizo unas rápidas tablas con Alekhine y logró tablas tras una difícil defensa en un final inferior frente a Capablanca). Su porcentaje frente a los maestros de fuerza similar a la suya era del 63%, esto nos demuestra que Torre tenía sus mejores resultados cuando más fuertes eran sus rivales, y decaía a veces contra los más débiles.
Si tomamos en cuenta que dejó el ajedrez a la edad de tan solo 21 años, es imposible saber adónde podía haber llegado en circunstancias “normales”. No es osado pensar que podría haber aspirado al máximo cetro mundial, pero sus problemas de salud de índole nerviosa nos negaron esa respuesta.
Sobre su estilo, al ser Torre un “grande” en ciernes, apenas se puede hablar de él con precisión, aunque se podría afirmar que tenía un estilo posicional, con gran habilidad táctica.
Son interesantes sus opiniones sobre diferentes puntos, recogidos en el libro La vida y partidas de Carlos Torre de Gabriel Velasco, en 1977, (que fue reeditado hace poco en inglés), cuando entrevistó a un perfectamente lúcido y jovial Carlos Torre un año antes de fallecer.
El maestro que más influyó en su desarrollo fue, “sin duda”, Emmanuel Lasker, y guardaba buenos recuerdos del primer libro de ajedrez que leyó, de James Mason.
Opinión de Torre sobre Lasker, Capablanca y Alekhine
Al hablar de Lasker, Capablanca y Alekhine, el maestro Torre guardaba respeto y reconocimiento por todos, aunque era perceptible una admiración mayor por Lasker,
De Alekhine opinó que “era un hombre centrado y muy disciplinado, con una enorme capacidad de trabajo, y una memoria prodigiosa. Era realmente asombrosa la cantidad de partidas y posiciones que conocía de memoria. Su mayor virtud era su capacidad para calcular variantes, algo que desarrolló jugando muchas partidas a ciegas. En el cálculo de variantes Alekhine era muy superior a Capablanca y a todos los demás”.
Cuando lo conoció, Alekhine no tenía problemas con el alcohol.
Sobre Capablanca dijo: “era un ajedrecista de un extraordinario talento. Mi impresión es que jugaba con vistas al final. No le importaba que la partida durase 60, 80 o más jugadas. El veía, o sentía, qué era lo que había que hacer en cualquier posición, y la llevaba a cabo. En mi opinión, la prueba de su prodigiosa intuición es la partida que jugó con Bogoljubow en Moscú 1925. El gran maestro cubano pensó solo unos pocos segundos antes de jugar un sacrificio de pieza extremadamente complicado, y que al final se demostró correcto. Estoy convencido de que Capablanca no analizó las consecuencias de esa jugada. Sabía intuitivamente que era correcta y sencillamente la hizo”.
Sobre Lasker dijo que “era un jugador tanto práctico como racional al mismo tiempo. Su estilo era más parecido al de Capablanca que al de Alekhine. Era un jugador práctico y a la vez finamente intuitivo, lo que le permitía ahorrar tiempo y energía, y le facilitaba jugar rápido, y así permaneció a un primerísimo nivel a edad muy avanzada”.
Sus partidas más famosas
Las partidas más famosas de Carlos Torre Repetto son dos, una es Adams vs. Torre, Nueva Orleans 1920, ganada brillantemente por su rival. Edwin Ziegler Adams (1885-1944), su vencedor, no era un maestro conocido sino su mentor.
Adams fue vicepresidente del New Orleans Chess, Checkers and Whist Club y cuando Torre fue a Nueva Orleans, Adams lo invito al club para hacerse conocer y mostrar su habilidad, pero nadie del club quiso jugar con el niño, hasta que un visitante, el Dr. Sternberg, lo hizo.
“Nunca olvidaré ese día”, recordó Adams, “Carlos electrificó a la multitud”, luego Torre dio unas simultáneas a seis jugadores, ganado cuatro y dos tablas, “El club estaba tan impresionado con su juego que le dieron carte blanche”, y no tuvo rival en el club. “Su siguiente logro fue ganar el campeonato de la ciudad, en 1923, lo que hizo con facilidad”.
En Vida y Partidas de Carlos Torre de Gabriel Velasco y la edición inglesa The Life and Games of Carlos Torre se dice que “si bien algunos autores la presentan (la partida) como un encuentro serio, hay fuertes, casi conclusivas evidencias, de que no lo fue”.
En la magnífica entrevista que Torre le concedió a Velasco, Torre comentó que tras 57 años no recordaba bien los detalles, pero lo que dijo implicaba que él no creía importante si era una partida amistosa o unos análisis post-mortem, dado que la combinación era extremadamente original y hermosa.
Amigos de Torre, Alejandro Báez y Pedro Busto Undiano, que en el momento de escribir el libro vivían en México, le aseguraron a Velasco que la partida no se jugó, que toda la idea se le ocurrió a Torre analizando una partida amistosa.
Dijeron que Torre no encontró mejor forma de hacer públicas las hermosas posibilidades que vio que inventar la partida y atribuir la victoria a su mentor, por quien sentía un gran afecto.
La otra es su victoria frente a Lasker en Moscú 1925, conocida como “El molino” de Carlos Torre. Sobre esta partida, aún con su brillante remate, con entrega de dama que está como ejemplo en muchos libros de texto, Torre da una visión muy poco convencional: “No la considero una buena partida, ambos cometimos varios errores, esa fue una de mis peores partidas, y también la peor de Lasker”. Poca gente daría esta sincera opinión.
El prematuro retiro de Torre
En Oxford Companion to Chess se dice que el colapso nervioso de Carlos Torre se debió a dos cartas que recibió justo antes de jugar la que fue su última partida oficial, ante Edward Lasker en Chicago, 1926. Sin embargo, esta razón es más que dudosa.
Preguntado por ello, Torre respondió que fue por razones económicas. En 1926, tras el torneo de Chicago, “mi salud quedó destrozada por dificultades provocadas por la mala dieta. De hecho, sufrí un colapso nervioso. Siendo joven, soltero, con escasos e inestables recursos financieros, lejos de su familia y con una salud frágil, se es proclive a depresiones nerviosas. Los viajes y el estilo de vida que acarrean los torneos de alto nivel son intensos, y desequilibrantes. Preferí volver a mi país para trabajar con mi hermano. Al final abandoné el ajedrez competitivo, pero nunca dejé de lado mi amor por este hermoso juego”.
Su legado
A Carlos Torre se le reconoce como el inventor del sistema conocido como Ataque Torre. Se realiza tras los movimientos: 1.d4 Cf6 2.Cf3 seguido de 3.Ag5, tanto ante 2…g6, 2…e6 o 2…d5.
Torre escribió un ensayo de ajedrez en marzo de 1926, que fue publicado originalmente en ruso con el título Kak Formiruyetsya Shakhmatist por la editorial Krolenko Publishing House en Leningrado.
En inglés se publicó bajo el título Development of Chess Ability en Nueva York, 1926. Esta fue la base de otro libro de Torre titulado Desarrollo de la habilidad en el ajedrez publicado en 1944 en Buenos Aires.
Se considera que es en otro de sus libros, el titulado El Torneo de Ajedrez para el Campeonato de la República Mexicana, publicado a principios de 1928, donde Torre destaca como pedagogo.
Su mejor partida
Para elegir una partida suya hay muchas opciones, la nuestra es la que el genial jugador mexicano consideró su mejor partida, ante Yates.
Según relató Torre, Nimzovich siguió la última parte de esta partida con atención y al finalizar, se dirigió a un grupo de maestros y les dijo en voz alta “¡Un nuevo genio ha aparecido en el mundo del ajedrez!”.
Torre citó en otro momento de la entrevista dos partidas de las que estaba orgulloso, contra el ruso Gothilf en Moscú 1925 y “también me fue muy placentera la forma en que me impuse con una pequeña ventaja material contra Winter en Detroit 1924″.
Son dos elecciones llamativas. Puede verse su triunfo contra Gothilf en este enlace:
Esto es lo que Torre comentó: “considero que esta partida es la más clásica de las que jugué hasta ahora. Básicamente es una partida muy simple, pero su belleza radica en su armonía. Al principio las blancas tienen un plan muy simple: sacar ventaja de la dudosa cuarta jugada negra con su alfil, el resto es el desarrollo natural de esta idea”.
GM Zenón Franco Ocampos
Ponteareas, 29 de noviembre de 2023