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En un partido de rugby muy cerrado y con muchos errores por parte de ambos equipos, los sudafricanos se aprovecharon de jugar más de 40 minutos con un jugador más, por la expulsión antes del descanso del capitán de los All Blacks Sam Cane (a los 27′ de la primera etapa) para revalidar la corona lograda hace cuatro años en Japón y sumar su cuarto título, tras los logrados en 1995, 2007 y 2019.
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Con la presencia en las gradas de los tenistas Novak Djokovic y Roger Federer, el suizo con la bufanda de los Springboks en homenaje a su madre, de origen sudafricano, y tras 50 días de competición, echó el cierre el Mundial de rugby en Francia, una especie de ensayo general a nivel organizativo de lo que serán los Juegos Olímpicos del próximo año.
La final de este Mundial no podía tener mejor cartel, con los dos mejores equipos y ambos buscando el tetracampeonato.
Los All Blacks no ofrecieron el nivel de anteriores partidos, sobre todo el de semifinales cuando arrollaron a Argentina, y Sudáfrica volvió a demostrar, como ya hiciera en los cruces con Inglaterra y Francia, que ningún otro equipo se maneja mejor en el cuerpo a cuerpo y en los finales apretados.
En una reedición de la final de 1995 en Johannesburgo, con Sudáfrica despertando de la pesadilla del apartheid y la única hasta este sábado entre las dos grandes potencias del rugby, el héroe de los Springboks fue esta vez el apertura Handré Pollard, que se perdió el inicio de torneo por lesión, autor de los 12 puntos de su equipo.
Los otros campeones del mundo son: Nueva Zelanda (1987, 2011, 2015), Australia (1991, 1999) e Inglaterra (2003), en los diez mundiales disputados hasta hoy.