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El español de 20 años se impuso al veterano serbio, que buscaba su octavo trofeo en Wimbledon y su 24º de Grand Slam, por 1/6, 7/6 (6), 6/1, 3/6 y 6/4 en cuatro horas y 42 minutos.
La final más larga en este torneo la disputaron Djokovic y Roger Federer en 2019 y duró solo 15 minutos más. Alcaraz, que ya tenía en su haber el Abierto de Estados Unidos de 2022, levantó así su segunda copa de un Grand Slam en su tercera participación en Londres.
Y sobre una superficie, la hierba, que hasta hace poco apenas conocía. El partido vio al español ir de menos, a más... y a mucho más.
“Es un sueño hecho realidad”, dijo, agradecido de “hacer historia” jugando con “una leyenda” como Djokovic. “A los 20 años, alcanzar este tipo de situación tan rápido me hace sentir muy, muy orgulloso de mí mismo y del equipo que tengo, del trabajo que hacemos cada día”, afirmó el tenista que con sus espectaculares golpes puso en pie a un público entre quienes se encontraban desde el rey Felipe VI de España hasta el actor Brad Pitt.
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“Pensaba que tendría problemas contigo solo sobre la arcilla y tal vez superficies duras, pero no sobre el pasto, pero ahora la historia es diferente”, le respondió el serbio, decepcionado por una derrota “muy dura de tragar”.
“Qué calidad al final del partido (...) lograste grandes saques y grandes jugadas y te lo mereces totalmente. “¡Enhorabuena!”, le dijo el serbio en español. Sin poder contener las lágrimas al dirigirse a su hijo, que se encontraba en las gradas, Djokovic se declaró “agradecido de haber ganado tantos partidos ajustados este año” y de haber “sido bendecido con tantos partidos increíbles en mi carrera”.
Esta era la novena final de Wimbledon para Djokovic, campeón vigente desde 2018, que no perdía un partido en su pista central desde que en 2013 fue derrotado en la final por Andy Murray.