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No se encuentra en los archivos del diario, así que creí oportuno rescatar un poco de esa nota, que, como todas las de esa primera etapa, eran más cortas, y ampliarla con más información sobre ese gran personaje que fue el gran maestro Herman Pilnik.
Pilnik nació y aprendió a jugar el ajedrez en Alemania, pero su carrera se inició y desarrolló en Argentina, país al que representó toda su vida.
Aprendió a jugar a los 12 años, una edad que ahora sería tardía, en 1930, cuando tenía 16 años, su familia se trasladó a Buenos Aires.
Como se señala en la Revista Jaque de julio de 1933, “viéndose obligado a dejar de jugar “por razones de fuerza mayor” un año (1932), luego progresó con rapidez.
En Buenos Aires, coloquialmente, al adolescente Pilnik se lo llamaba “El alemancito”.
“Un romántico”
Miguel Najdorf lo definió como “Trotamundos, bohemio, eternamente optimista, inteligente y culto, con dominio de varios idiomas – francés, inglés, alemán, holandés - Herman llevó una novelesca vida entregado por completo a su gran pasión: el ajedrez. A su lado no pasaba el tiempo. Su humor desbordaba en mil anécdotas. Quiso ser Gran Maestro y cumplió su sueño. Siempre se lo consideró un talento, pero como hasta un talento necesita disciplina y estudio, no mantuvo regularidad pese a sobresalir y ganar varios torneos… Estaba radicado últimamente en Caracas, con contrato como entrenador, profesor y periodista. Siempre se lo ve elegante y alegre. ¿Su estilo? Un romántico, un combinador formidable y en profundidad”.
Con respecto a su falta de dedicación al ajedrez, el maestro checo-alemán Ludek Pachman, escribió en su libro Ahora puedo hablar, traducido al español como Ajedrez y comunismo, que “Nadie ha podido, hasta ahora, sorprender al gran maestro argentino Herman Pilnik sentado en su casa ante un tablero de ajedrez. Pasaba su tiempo libre en tertulias de casinos o en compañía de hermosas mujeres”.
Herman Pilnik definido por sí mismo
En una entrevista a la revista Qué sucedió en 7 días, del 28 de enero de 1947, Pilnik opinó, bastante objetivamente sobre su juego, la entrevista también demuestra su alta estima por el duelo intelectual que es el ajedrez.
“Contra un gran maestro me siento a mis anchas. Yo no soy un ajedrecista de profundos conocimientos ni tampoco de depurado estilo estratégico, Mi fuerza radica en la visión mental de las jugadas. Veo (es como si las tuviera delante de mis ojos) una inmensa cantidad de combinaciones posibles a cada jugada; pero en los grandes planes, en los que se llama concepto de la posición, en la técnica, soy sin duda inferior a los maestros internacionales. Alternando con ellos, me entusiasma ir comprendiendo, a cada uno de los movimientos de sus piezas, su sentido lógico y científico del ajedrez, y al beber con ansias sus lecciones en plena lucha, ese estado de exaltación intelectual redobla mi eficacia”.
En esa misma entrevista confesaba, “temo terriblemente a los chambones”, dado que no lograba concentrarse lo suficiente contra los jugadores de poca fuerza.
Palmarés de Pilnik
Herman Pilnik fue campeón argentino tres veces, en 1942, 1945 y 1958.
Llegó a ser Candidato al título mundial, en el Torneo Interzonal de Gotemburgo de 1955 se clasificó al Torneo de Candidatos en Ámsterdam de 1956.
Ganó varios torneos internacionales, el primero importante fue el de Mar del Plata 1944, empatado con Najdorf.
Tras jugar en Nueva York 1948, donde empató el tercer lugar con Max Euwe, tras Reuben Fine y Miguel Najdorf, Pilnik, según sus palabras, inició una gira de cinco años.
Aunque en realidad volvió ocasionalmente a Argentina a jugar algunos torneos, y no hay partidas de Pilnik durante 1949 en la Mega Database 2023, ni hay torneos donde aparezca su nombre.
Según el libro Las aventuras de Herman Pilnik, de Juan Morgado, “Algunas versiones indican que se vinculó sentimentalmente a una dama, y que vivió en Estados Unidos y otras ciudades, solamente dando simultáneas y jugando torneos rápidos”.
Tampoco hay pruebas de esto, pero a Pachman no le hubiera extrañado.
Recordemos sus actuaciones principales de esa “gira”, el primer torneo europeo fue en Bled 1950, donde finalizó segundo tras Najdorf, en 1951 empató el primer puesto con Max Euwe en Lucerna.
Venció en el tradicional torneo de Hoogovens en 1951, a fines de 1951 disputó un match con Efim Bogoljubow que terminó empatado 3 a 3, venció en el torneo de Viena 1951/1952, Belgrado 1952, y en Budapest 1952, que ganó Paul Keres, Pilnik derrotó a Vassily Smyslov y Tigran Petrosian, en 1954, ganó en su ciudad natal, Stuttgart, etc.
También tuvo un buen resultado cuando volvió a Europa en la década siguiente, en el torneo Hoogovens de 1963, ganó Jan H. Donner con 12 puntos sobre 17, seguido de David Bronstein con 11½, Pilnik empató el tercer lugar con Bruno Parma y Borislav Ivkov, con 11, superando a Alexander Matanovic, Yury Averbakh, Gideon Stahlberg, entre otros; posteriormente fue jugando cada vez menos fuera de Argentina.
Como lo recordamos en la Nota 612, del 6 de julio de 2022, la primera de esta nueva etapa, Pilnik fue el vencedor del II Torneo Ciudad de Asunción disputado en 1944.
Entre sus mayores éxitos deportivos estuvieron, sin duda, integrar el equipo olímpico argentino cinco veces, de 1950 a 1958.
Argentina logró la medalla de plata en las olimpiadas de Dubrovnik 1950 (Pilnik consiguió el oro individual como quinto tablero, el suplente), Helsinki 1952 y Ámsterdam 1954, con la poderosa compañía de Najdorf y Julio Bolbochán, entre otros.
Tal vez sea aún más meritorio el tercer puesto en la olimpiada de Múnich 1958, sin la presencia de esos dos puntales, jugando él como primer tablero.
“Un beso suyo”
Como se cuenta en Las aventuras de Herman Pilnik, antes de ir a la olimpiada de Helsinki 1952 fueron invitados a un agasajo en la Secretaría de Trabajo. Asistieron el equipo y algunas personalidades más, entre ellos estaba Pilnik.
Las ideas políticas de Pilnik eran claras, no era peronista (el propio Pilnik se definió muchos años después como un “contrera”), pero como la recepción no tenía ningún tinte político, él asistió, como todo el equipo.
El ambiente fue cordial, Evita Perón (que falleció poco después), quiso ofrecer un estímulo para el compromiso olímpico, y tal vez también a modo de agradecimiento por el brillante desempeño del equipo en Dubrovnik 1950, le preguntaron a cada uno qué deseaba.
Un integrante del equipo respondió que hacer un seguro de vida, otro le pidió una casa, que compró en condiciones muy ventajosas, otro le pidió que instalaran un teléfono en su casa, lo que luego provocó algunos comentarios burlones, pero tener un teléfono en casa en 1952 no era algo sencillo, etc.
Llegó el turno de Pilnik... ¿qué hacer?, ¿aceptaría un regalo considerando que las cosas no debían mezclarse y que tenía pleno derecho a ello?, ¿o sería Pilnik consecuente con sus ideas declaradas y se negaría a aceptar cualquier cosa? De ser así, ¿cómo no parecer descortés o hasta insultante con Eva Perón?
Difícil decisión, pero no para Pilnik, se dirigió a Evita Perón y como único regalo le solicitó “Un beso suyo”.
No obstante, como Pilnik comentó en una entrevista a Noticias Gráficas del 17 de noviembre de 1952, cuando Pilnik venció en el torneo de Belgrado, en mayo de 1952, le dedicó su triunfo a Juan Domingo Perón y a su esposa Eva Perón.
Evita estaba ya muy enferma (falleció el 26 de julio), aunque tuvo tiempo de escribirle una carta de felicitación a Pilnik, que la valoró así: “una carta de congratulación y estímulo, que guardo como una reliquia entre mis más preciados objetos”.
Mis recuerdos de Pilnik
Tuve la suerte de conocer a Pilnik, viéndolo jugar en torneos por equipos, y en los magistrales que se hacían en Argentina en los años 70.
Hasta jugué varias partidas de blitz con él en los torneos del Club Argentino de Ajedrez y del Salón Capablanca durante esos años en Buenos Aires, lo vi por última vez en la Olimpiada de Haifa 1976, a la que él acudió como entrenador del equipo venezolano.
Pilnik ganó en gran forma el torneo Joker de 1972, jugado en el Club Argentino de Ajedrez, logró 9 puntos sobre 11, aventajando a Najdorf con 8, y los mejores jugadores argentinos.
Cuando se consumó su triunfo, Pilnik le dijo al pasar y en voz baja a un periodista amigo, César Amil, una de sus frases típicas, “Se dio la lógica”.
Cuando el periodista le dio su crónica al jefe y le contó la anécdota, el jefe le dijo, ¿”Dónde está la frase de Pilnik?”, Amil le dijo que fue dicho en privado, que no podía ponerlo, etc., pero…”Donde manda capitán…”.
La frase triunfal de Pilnik fue el titular de la nota, difícilmente Pilnik se habrá sentido incómodo por ello.
Cuando le ganó a Najdorf, en el torneo Joker del año siguiente, 1973, disputado también en el Club Argentino de Ajedrez, Najdorf, que tenía mal perder, tras abandonar, vi que le dijo a Pilnik que había jugado mal, y Pilnik, “desde las alturas”, le dijo, “Y si jugué mal, por qué gané”, y se alejó con la elegancia que le era natural.
Una vez estaba jugando como primer tablero del Club Argentino de Ajedrez contra el representante de la Asociación Argentina de actores, que no era muy fuerte, pero no era un “chambón”, y habIa conseguido una posición totalmente equilibrada, que objetivamente, era de tablas.
Su oponente le ofreció tablas, y Pilnik, en vez de decir simplemente “No”, o “Quiero seguir jugando”, puso cara de estar en un apuro y le contestó, “Yo le daría tablas, pero sabe lo que pasa, si yo le doy tablas a usted, después los muchachos me cargan [me toman el pelo]”, y puso cara de pena, su rival se puso rojo por la humillación y pocas jugadas después se colgó todo y abandonó.
En otra ocasión, tras finalizar un remate brillante de una de sus partidas, les dijo a los presentes: “Señores, no escucho los aplausos”, aplausos que aparecieron de inmediato.
Nunca abandonó el acento de su niñez, una vez quisieron objetarle eso y Pilnik respondió, “Con el mismo acento pronuncio otros cuatro idiomas”.
Aunque no siempre era Pilnik el vencedor dialécticamente, a principios de los años 70 se publicó en los diarios que el gran maestro argentino Héctor Rossetto había alcanzado la cifra de 100 torneos ganados.
Pilnik no estaba de acuerdo y al pasar le espetó a su amigo y rival desde los años 40, “Pero cuándo ganaste vos 100 torneos”, a lo que Rossetto poniendo cara de inocente, le contestó “Pero si en los últimos dos (los nombró) estuviste vos”, a lo que Pilnik, como toda respuesta, siguió caminando con el halo de majestuosidad que lo caracterizaba.
Poco después emigró a Venezuela, donde dio clases, y tenía una columna semanal en el diario El Nacional, volví a verlo por última vez en la Olimpiada de Haifa de 1976, como capitán del equipo venezolano.
Una obra de arte de Pilnik
La partida que veremos es una muestra del estilo brillante de Pilnik en un premio de belleza logrado contra el gran Miguel Najdorf.
Algunos comentarios están extractados de mi libro Acierte las jugadas 1 Ajedrez de entrenamiento.
GM Zenón Franco Ocampos
Ponteareas, 22 de febrero de 2023