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El primer campeón del mundo aceptó el desafío con rapidez, pero Lasker debía todavía superar algunos escollos.
Hasta 1948, en que la FIDE se hizo cargo de la organización, el desafiante era quien debía conseguir la bolsa de premios, Lasker debía obtener financiación bancaria para llegar a una cantidad entonces colosal, 5.000 dólares.
A pesar de sus esfuerzos, Lasker no iba a poder conseguir lo solicitado por Steinitz, por lo que este decidió rebajar las condiciones, de 5.000 dólares bajó a 3.000.
Algunos historiadores, como Isaak y Vladimir Linder en el libro sobre Lasker se preguntaron por qué Steinitz accedió a hacerlo.
La razón más probable, además de las buenas relaciones entre Steinitz y Lasker, era que el campeón no estaba bien financieramente y necesitaba jugar el match.
Es posible que, aún sin estar en buena forma física, Steinitz confiara en ganar a su joven y comparativamente inexperto rival.
Esa confianza tendría fundamento, Steinitz había ganado todos los matches que había disputado desde 1862 a 1894, contra los mejores jugadores del mundo.
Declaración sorprendente, aunque fundamentada, de Lasker
Lasker también estaba confiado, y en una entrevista a Chicago Herald habló de forma similar a lo que haría Muhammad Ali más de medio siglo después.
Tras reconocer las habilidades de Steinitz y las dificultades que tendría, dijo: “No obstante, tengo la suficiente confianza en mí mismo para superar esta prueba… Puedo decir algo que no había dicho y que sorprenderá no solo a Steinitz sino a todo el mundo …Poseo la suficiente autoestima para conseguir el título de campeón del mundo”.
Son palabras insólitas en Lasker, no dijo nada similar antes ni después, estaban destinadas básicamente a conseguir el interés del público, sabiendo que en EE.UU. ese tipo de declaración era bien recibido y que aumentaría el interés en el match.
Steinitz también estaba confiado, aunque era consciente de la fuerza de su oponente, “Lasker tiene un gran talento ajedrecístico, más la ventaja de poder estudiar todas mis partidas, para derrotarme con mis propias armas”.
El duelo entre el campeón mundial Steinitz, de 57 años, contra el desafiante Lasker, de 25 años, se disputó del 15 de marzo al 26 de mayo de 1894 en Nueva York, Filadelfia y Montreal.
El vencedor debía conseguir 10 victorias; en caso de que el campeón perdiese, tendría derecho a un match revancha.
El 26 de mayo de 1894 Emanuel Lasker ganó la 19ª partida y con ella la necesaria décima victoria, venció por 12 a 7 (10 victorias a 5) y con toda autoridad a sus 25 años, una edad entonces temprana, se convirtió en campeón mundial.
Escaso reconocimiento inicial
Conocemos la calurosa bienvenida dada por el mundo del ajedrez a campeones del mundo jóvenes, como Garry Kasparov y Magnus Carlsen, se podría esperar que ocurriera algo similar con Emanuel Lasker, pero no fue así.
De forma parecida a lo que pasó varias décadas después con Mikhail Tal, muchos maestros restaron valor a su victoria y no se lo reconoció plenamente como al nuevo monarca del ajedrez.
Atribuyeron la derrota de Steinitz a su avanzada edad y porque no se encontraba muy bien de salud.
Siegbert Tarrasch, aspirante al título mundial, dijo que “La derrota no fue el resultado del juego de Steinitz, sino de los años”, Chigorin dijo que el tiempo de Steinitz había pasado.
El árbitro del match, Kurt von Bardeleben (la víctima ilustre de “La inmortal de Steinitz”) escribió en Deutsche Schachzeitung, tras conceder que Lasker era sólido, y que no cometía errores graves, opinó que “Su juego mostraba poca agresividad, a sus combinaciones les faltaba brillantez…Su juego muestra en gran medida una cautela excepcional”.
Casi nadie reconoció los méritos de Lasker, ninguno sospechó que el reinado de Lasker iba a ser el más largo de la historia, nada menos que 27 años.
Como señaló Capablanca años después, “Ninguno de los grandes jugadores fue tan poco comprendido por los aficionados y hasta por muchos maestros como Emanuel Lasker”, en nuestra época el británico John Nunn comentó algo similar.
Algo nuevo pasó entonces casi desapercibido, que Lasker “Fue el primero en el mundo del ajedrez que comprendió la inseparable unidad de las piezas del ajedrez y el ajedrecista que las mueve”.
Como se señala en el libro de los hermanos Linder, Lasker añadió al estudio de las aperturas de Steinitz, las peculiaridades de su juego, que eran producto de su carácter y experiencia, para tratar de llevarlo a terreno incómodo.
Rudolf Spielmann definió, tiempo después, a Lasker como “el maestro supremo de la preparación”.
Desarrollo del match
Recordemos someramente cómo se desarrolló el match, desde la primera partida a la sexta el duelo estuvo igualado, Lasker y Steinitz ganaron dos partidas cada uno en las primeras cuatro, Steinitz tuvo considerable ventaja en la quinta, pero la quinta y sexta terminaron en empates muy luchados.
Una partida trascendental
Todo indica que el momento de inflexión llegó en la séptima partida, la posición tras la jugada 20 negra era la siguiente, las blancas tienen dos peones de menos por compensación insuficiente.
Emanuel LaskerWilliam Steinitz
Campeonato del Mundo m/7, 03.04.1894
Kasparov la definió así: “En esta partida, balanceándose al borde del abismo, el joven Lasker exhibió aquellas cualidades que le permitieron conservar la corona mundial durante tanto tiempo. En una posición difícil, se las arregló para plantear a su oponente problemas complicados, típicos del ajedrez de la segunda mitad del siglo XX (similares, por ejemplo, a los planteados durante los matches Tal - Botvinnik, y característicos de jugadores como Tal, o incluso Shirov). Lasker estaba muy por delante de su tiempo, y es difícil criticar a Steinitz por sus errores: luchó con todos sus recursos, bajo un continuo y salvaje ataque...Creo que la séptima partida resultó decisiva en el match, porque quebró la resistencia de Steinitz”.
Esta es la posición tras la jugada 43 blanca, el ataque blanco dio sus frutos y ahora consiguen ventaja material decisiva, la partida duró solo tres jugadas más:
Después de esa tremenda lucha Lasker ganó también las cuatro siguientes y el match estaba prácticamente decidido, luego de 11 partidas Lasker ganaba 7 a 2 y solo necesitaba tres victorias más para lograr el título mundial.
Steinitz luchó con todas sus fuerzas y en el tramo final de Montreal ganó tres partidas, antes de que Lasker lograra su décima victoria.
Tras la jugada 52 de Lasker en la 19ª partida, Steinitz se levantó, estrechó la mano de su rival y exclamó “¡Tres hurras por el nuevo campeón mundial!”, y poco después se sentó a jugar a las cartas con unos amigos.
El marcador final fue: +10, -5, =4, a favor de Lasker, quien se convirtió en el segundo campeón mundial de la historia.
Veamos una de las cristalinas victorias de Lasker, basada en comentarios de John Nunn en su magnífico libro sobre Lasker John Nunn’s Chess Course.
GM Zenón Franco Ocampos
Buenos Aires, 28 de septiembre de 2022