La Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que reclamó el año pasado cuatro años de prohibición y condiciones más drásticas para los deportistas rusos, se dijo no obstante “feliz de haber ganado este caso que hará historia” , según su presidente, Witold Banka en Montreal.
Después de cuatro días de audiencia a puerta cerrada a principios de noviembre, los tres jueces designados por el TAS “ha confirmado claramente” las conclusiones de la autoridad de Montreal, “según las cuales las autoridades rusas manipularon descaradamente e ilegalmente las muestras del laboratorio de Moscú, con el objetivo de disimular un programa de dopaje institucionalizado”, señaló Banka.
Sin embargo fueron mucho más indulgentes con las consecuencias de esta trampa, para “promover un cambio de cultura y alentar a la próxima generación de deportistas rusos a participar en un deporte internacional limpio”, explican los tres jueces en su sentencia. Las medidas impuestas a los rusos, que terminarán el 16 de diciembre de 2022, incluyen por tanto los Juegos de Tokio el próximo verano (boreal) y los de invierno de Pekín en 2022, pero no los de París en 2024. El Comité Olímpico Internacional (COI) “examinará con atención la sentencia así como sus consecuencias” para estas competiciones, indicó en un comunicado.
“Golpe catastrófico”
Pero, sobre todo, estas sanciones afectarán principalmente a los símbolos del Estado ruso, mucho más que a los propios deportistas. Así, los dirigentes rusos -incluido su presidente Vladimir Putin- no podrán asistir a las grandes competiciones internacionales, la bandera rusa no se desplegará ahí, no se tocará el himno ruso y Rusia no podrá albergar ningún gran evento deportivo.
Cualquier deportista podrá, no obstante, competir bajo bandera neutra a menos que haya sido “suspendido por una autoridad competente”: la posibilidad es más amplia de lo previsto por la AMA, que requería que los deportistas en cuestión probaran su ausencia de recurso al dopaje.
El Comité Olímpico Ruso juzgó “inaceptable” la prohibición de asistir a los Juegos para Putin, aunque mostró su satisfacción de que sus deportistas no sean excluidos “colectivamente” de los Juegos. Quedará por aclarar cómo se puede aplicar esta derogación a los deportes colectivos y especialmente a la fase final del Mundial de fútbol, que concluirá el 18 de diciembre de 2022 en Qatar.
“Escapar una vez más a consecuencias significativas y proporcionales a los delitos, sin hablar de una exclusión real, es un golpe catastrófico para los deportistas limpios, a la integridad del deporte y al Estado de derecho”, declaró Travis Tygart, presidente de la Agencia Antidopaje Estadounidense, USADA, crítico desde hace mucho con la gestión del caso ruso. Grigory Rodchenkov, exdirector de orquesta del dopaje ruso convertido en 2016 en el principal informador de la AMA, denunció de su lado una decisión “absurda e inmerecida” por boca de su abogado, Jim Walden.
Novela de espionaje
De una amplitud sin precedentes en la historia del deporte, el contencioso ruso dura desde 2010, implica a los servicios secretos y al ministerio ruso de Deportes y ha avivado las tensiones entre Moscú y las instancias deportivas, percibidas como instrumentos del dominio occidental. “Se impide a nuestros deportistas, por medios no muy deportivos, alcanzar los éxitos que merecen”, lanzó en octubre el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Hace diez años, la corredora rusa de medio fondo Yuliya Stepanova y su marido Vitaly, antiguo controlador de la Rusada, alertaron a la AMA del dopaje institucionalizado en Rusia, y después lo denunciaron en la cadena alemana ARD, que difundió a partir de diciembre de 2014 una serie de documentales esclarecedores.
El escándalo tomó tintes de novela de espionaje cuando Rodchenkov, forzado a dimitir del laboratorio de Moscú y refugiado en Estados Unidos, reconoció en la primavera de 2016 haber orquestado durante años el encubrimiento del dopaje ruso en coordinación con el ministerio de Deportes, entonces dirigido por Vitaly Mutko, un hombre con la confianza de Vladimir Putin.
Para eludir a los observadores de la AMA en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi, explicó el científico, su equipo escamoteaba las muestras de orina de los deportistas rusos por “un agujero de ratones” que llevaba a un miembro del FSB, los servicios secretos rusos. El espía, vestido de personal de mantenimiento, arrancaba el sello que debía ser inviolable mediante un utensilio quirúrgico, y después sustituía el contenido por orina “limpia” recogida previamente.