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SEOGWIPO, Corea del Sur. (Luis Silverio Rojas, enviado especial). La genialidad de Nelson Cuevas bajó del avión a la selección paraguaya, que ya tenía boleto de regreso en mano, y, con una actuación brillante, mostró la luz para su equipo y con ello el triunfo y la clasificación para la segunda etapa en una jornada dramática.
España le daba la mano a Paraguay derrotando a Sudáfrica, pero la Albirroja perdía ante Eslovenia y se despedía de la Copa Mundial 2002.
El ingreso de Cuevas cambió la historia. Se combinaron los dos resultados para que Paraguay consiguiera la clasificación: Debía ganar a Eslovenia por dos goles de diferencia (3-1) y que España derrotara a Sudáfrica (3-2). Así, con igualdad en puntos (4) y diferencia de goles (0), se impuso la mayor cantidad de goles albirrojos (6 contra 5 de Sudáfrica).
Pero no fue fácil, y se tuvo que pasar por una jornada dramática sufriendo hasta el final para lograr el objetivo.
Aparentemente el equipo paraguayo comenzó bien su partido. Antes del minuto ya tuvo una situación propicia con Santa Cruz, que no se concretó, y luego con Cardozo, quien ??cabeceó?? con el hombro un centro de Arce desde una posición privilegiada. El mismo Cardozo después logró acertar el balón con la testa, pero la ??entregó?? al arquero en vez de arrimarla a las redes.
De a poco comenzó a complicarse para el cuadro albirrojo, que a los 21 quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Paredes.
Eslovenia, que solo tenía el 37 por ciento de la posesión del balón, abrió el tanteador gracias a una jugada individual de Acimovic, quien pasó entre dos defensores paraguayos (Alvarenga y Gamarra) y batió entre las piernas a Chilavert, quien minutos antes dispuso de tiro libre que no pasó a mayores.
Al reanudarse el juego, la situación no mejoró para los jugadores paraguayos, que tenían muchos problemas con la fortaleza física de los europeos. La solución estaba en el banco y todos ??rogaban?? que Maldini escogiera a Campos y Cuevas. Los dioses del fútbol escucharon la plegaria e iluminaron al técnico italiano, quien, por fin, apostó por Cuevitas.
El diminuto jugador, también eterno suplente en el River argentino, muy pronto no solo justificó su ingreso, con un gol, sino que sacudió el ánimo del equipo.
Cada corrida suya era una pesadilla para la defensa rival, que solo podía frenarlo con infracciones ante la pasividad del árbitro mexicano Ramos Rizo.
El golazo de Campitos para el 2-1 alentó las esperanzas del equipo paraguayo, que finiquitó la hazaña con otra genialidad de Cuevas. Chilavert había tenido otra chance de lanzamiento franco, pero por entonces su aporte fue más importante bajo los tres palos.
Al final fue dramática la clasificación, porque le costaba a Paraguay mantener el resultado y la diferencia de dos goles y porque Sudáfrica acosaba a España por el empate. Pero como este Mundial es el de las sorpresas, la Albirroja ganó en dos canchas y sigue en carrera. También se lo merecía.
España le daba la mano a Paraguay derrotando a Sudáfrica, pero la Albirroja perdía ante Eslovenia y se despedía de la Copa Mundial 2002.
El ingreso de Cuevas cambió la historia. Se combinaron los dos resultados para que Paraguay consiguiera la clasificación: Debía ganar a Eslovenia por dos goles de diferencia (3-1) y que España derrotara a Sudáfrica (3-2). Así, con igualdad en puntos (4) y diferencia de goles (0), se impuso la mayor cantidad de goles albirrojos (6 contra 5 de Sudáfrica).
Pero no fue fácil, y se tuvo que pasar por una jornada dramática sufriendo hasta el final para lograr el objetivo.
Aparentemente el equipo paraguayo comenzó bien su partido. Antes del minuto ya tuvo una situación propicia con Santa Cruz, que no se concretó, y luego con Cardozo, quien ??cabeceó?? con el hombro un centro de Arce desde una posición privilegiada. El mismo Cardozo después logró acertar el balón con la testa, pero la ??entregó?? al arquero en vez de arrimarla a las redes.
De a poco comenzó a complicarse para el cuadro albirrojo, que a los 21 quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Paredes.
Eslovenia, que solo tenía el 37 por ciento de la posesión del balón, abrió el tanteador gracias a una jugada individual de Acimovic, quien pasó entre dos defensores paraguayos (Alvarenga y Gamarra) y batió entre las piernas a Chilavert, quien minutos antes dispuso de tiro libre que no pasó a mayores.
Al reanudarse el juego, la situación no mejoró para los jugadores paraguayos, que tenían muchos problemas con la fortaleza física de los europeos. La solución estaba en el banco y todos ??rogaban?? que Maldini escogiera a Campos y Cuevas. Los dioses del fútbol escucharon la plegaria e iluminaron al técnico italiano, quien, por fin, apostó por Cuevitas.
El diminuto jugador, también eterno suplente en el River argentino, muy pronto no solo justificó su ingreso, con un gol, sino que sacudió el ánimo del equipo.
Cada corrida suya era una pesadilla para la defensa rival, que solo podía frenarlo con infracciones ante la pasividad del árbitro mexicano Ramos Rizo.
El golazo de Campitos para el 2-1 alentó las esperanzas del equipo paraguayo, que finiquitó la hazaña con otra genialidad de Cuevas. Chilavert había tenido otra chance de lanzamiento franco, pero por entonces su aporte fue más importante bajo los tres palos.
Al final fue dramática la clasificación, porque le costaba a Paraguay mantener el resultado y la diferencia de dos goles y porque Sudáfrica acosaba a España por el empate. Pero como este Mundial es el de las sorpresas, la Albirroja ganó en dos canchas y sigue en carrera. También se lo merecía.