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Desde que visitó el campo del Espanyol el 18 de septiembre, el Real Madrid siempre ha recibido como mínimo un tanto en cada encuentro que ha disputado. Aquel 0-2 favorable fue el último marcador sin acierto en una portería de la que ahora es dueño Keylor Navas y que comenzó en poder de Kiko Casilla por la lesión del costarricense.
Esos datos parecen no preocupar a Zinedine Zidane, preguntado en varias ocasiones por un problema que parece que se va asentando en un equipo que, pese a recibir una cantidad excesiva de goles, se mantiene invicto en las tres competiciones. El técnico francés, de momento, resta importancia a un mal que puede ser endémico si no se cuida.
Y es que las declaraciones de Zidane tras el 3-3 final con el que acabó el choque frente al Legia Varsovia, no mostraron síntomas de alarma en un técnico muy poco dado a criticar a sus jugadores con un altavoz.
“Arriesgamos un poco, con tres atrás, pero empezamos bien, metiendo dos goles. Si luego no mantienes la intensidad necesaria para seguir jugando bien, es complicado. Bajamos un poco de intensidad, nos metieron un gol y a partir de ahí fue otro partido. Pero estoy contento con la defensa, no es sólo una cuestión de los cuatro de atrás ”, afirmó en la rueda de prensa posterior al partido.
Zidane atacó al Legia Varsovia con los tres jugadores habituales de arriba: Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Gareth Bale. Además, añadió al trío al delantero Álvaro Morata en una decisión arriesgada que le salió bien durante la primera media hora, en la que el cuadro polaco prácticamente parecía que estaba disputando un partido de entrenamiento.
Sin embargo, el sistema comenzó a fallar cuando el Real Madrid dominaba el choque con un 0-2 balsámico que acabó por adormecer a un grupo de jugadores que terminó pecando de cierta falta de intensidad defensiva.
Por eso, por la ausencia de ayuda en ocasiones de los cuatro de arriba y por la evidente parsimonia de algunos jugadores en los 3 goles del Legia Varsovia, el Real Madrid acabó cediendo y, por los pelos, empató el partido después de la remontada de su rival, que a cinco minutos para el final ganaba 3-2. En el primer gol, obra de Odjidja-Ofoe, el jugador del Legia se paseó desde la banda derecha hasta el borde del área blanca ante la mirada impasible de Mateo Kovacic, sobrepasado por su rival justo antes de lanzar un zapatazo que acabó en la escuadra izquierda de Keylor Navas.
En el segundo, fue Radovic quien recibió lejos del área y se acercó hasta ella sin oposición para, de nuevo, batir a Navas con un derechazo desde lejos en el que el portero del Real Madrid tal vez pudo hacer algo más.
Y, en el tercero, fue Moulin quien, de nuevo desde fuera del área, totalmente solo, superó al guardameta costarricense, aún lejos del buen estado de forma del año pasado. La calidad de Navas, innegable, aún no ha aparecido en todo su esplendor y algunos aficionados comienzan a abrir el debate entre su figura y la de Casilla.
En total, el Real Madrid ha encajado 20 goles en 16 partidos y en 4 duelos de la Liga de Campeones ha recibido más dianas que en toda la edición del año pasado (lleva 7 en contra por los 5 que encajó en todo el trayecto hacia su undécima Copa de Europa).
En los próximos partidos, Zidane tendrá que incentivar la intensidad destructiva. De momento, los errores no han pasado factura al Real Madrid. Es líder en la Liga, en la Copa del Rey no falló en su estreno frente al Cultural Leonesa (1-7) y sólo 2 desastres seguidos le dejarían fuera de los octavos de final de la Liga de Campeones. El sistema defensivo blanco está en apuros y Zidane aún tiene mucho tiempo para apuntalarlo.