El protagonista del singular intercambio es el futbolista Roger Fallas quien, a cambio de las pelotas de fútbol, fue traspasado al equipo de la Universidad de Costa Rica, que jugará la próxima campaña en la primera división.
“Les dije que, tenga contrato o esté libre, cuenten con él porque es un placer y un privilegio que se fijen en él, y no le vamos a cerrar las puertas para que se supere y esté en la primera división”, afirmó a la radio el dirigente de AS Puma, Rigoberto Chinchilla.
“Yo pedí 50 balones y ya está todo arreglado”, apuntó el dirigente del equipo que tiene su sede en Pérez Zeledón, en el sur de Costa Rica, y que hace un mes perdió la final de la segunda división, precisamente ante la Universidad.
En la segunda división del fútbol costarricense son pocos los equipos profesionales con solvencia económica, y un gran número de sus jugadores deben trabajar en otras labores para subsistir y comprar sus accesorios deportivos.
Muchos de estos equipos no tienen patrocinadores y no pagan salarios a sus futbolistas, únicamente viáticos para que vayan a entrenar después de la jornada laboral y para que asistan a los partidos.