Un sinfín de obras y promesas en Cuiabá

CUIABÁ. A poco más de seis meses para el inicio del Mundial-2014, el estadio de la ciudad Cuiabá no tiene gramado ni sillas y debe ser entregado en diciembre.

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Cuiabá estará lista para el Mundial-2014, aseguran los organizadores. Pero a seis meses del torneo, su estadio aún no tiene gramado ni sillas y debe ser entregado en diciembre, la ciudad carece de suficientes hoteles y algunas obras de movilidad urbana podrían quedar en promesas.

La capital de Mato Grosso, un estado amazónico en el centro-oeste de Brasil, de cerca de 600.000 habitantes, se ha convertido en un cantero de obras: el aeropuerto está siendo ampliado y las principales vías están congestionadas por obras y por la construcción de un sistema de tren liviano.

“Es una verdadera transformación lo que tenemos en Cuiabá”, asegura a periodistas el gobernador del estado de Mato Grosso, Silval Barbosa.

“Estamos ejecutando 56 obras, muchas tuvieron atrasos, pero es un hecho que serán concluidas”, asegura a la AFP el secretario estatal para la Copa del Mundo, Mauricio Souza Guimaraes.

Pero una nube de dudas planea sobre esta calurosa ciudad con un historial de déficit de infraestructuras, donde muchos habitantes lanzan siempre un “no” contundente al ser consultados sobre si creen que esta “transformación” será realidad.

“Faltó planificación, todo es más caro y ahora vamos contra el tiempo”, lamenta el concejal Dilemario Alencar, de la comisión de seguimiento de las obras del Mundial.

Una piscina de arena descansa sobre el lugar donde estará el gramado del estadio Arena Pantanal, valorado en 540 millones de reales (hoy 235 millones de dólares) y que recibirá cuatro partidos del Mundial.

Entre la arena y el calor, uno se siente en el desierto. Los obreros se protegen de los 40ºC anudando sus camisetas al cuello, y llevan sombreros bajo el casco de seguridad.

La estructura del estadio está levantada, pero faltan los acabados.

A este martes, el estadio está concluido en un 87% y la FIFA exige que sea entregado a más tardar el 31 de diciembre para poder realizar en los siguientes meses las pruebas.

El gobernador sostuvo hace unos días que posiblemente necesitarían tiempo extra en enero para terminar el estadio. Pero Guimaraes insiste en que “no hay plan B” y las obras serán entregadas a tiempo.

“Yo lo veo difícil, entramos en el período de lluvias y eso complica las obras”, estima por su lado el concejal.

Los dos centros oficiales de entrenamiento, que deben ser entregados antes de abril, también están atrasados. Uno de ellos está apenas avanzado en 10%, denuncia Alencar.

Cuiabá no alojará ninguna selección durante el Mundial.

Durante la última visita del secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, a Brasil, en octubre, unas 50 personas invadieron las obras del estadio para pedir mejores salarios de funcionarios públicos y protestar contra el gasto público en el Mundial.

Un mes después, aún hay un grafiti en uno de los muros que dice: “que se joda la Copa”.

En el Arena Pantanal aún no se colocó el gramado ni los asientos. Hubo una polémica con el precio de las sillas —un “disparate” al ser 200% más caras que las del estadio de Brasilia, explica Alencar—. Pero Guimaraes aclara que nunca hubo sobreprecio pues la calidad era “mejor a la de los otros estadios”.

La empresa proveedora bajó finalmente el precio y ahora deben ser instaladas a contrarreloj.

Además de este atraso, hubo un incendio de pequeña magnitud en el estadio en obras, pero se tomaron “todas las precauciones para que otro incidente así no impacte el cronograma”, señala Guimaraes.

Para el Mundial, hallar un cuarto de hotel puede ser un problema, aunque la ciudad dice tener nueve hoteles nuevos y que subirá a 25.000 el número de camas.

Actualmente hay solo 13.000 camas, poco más de un cuarto de la capacidad de 43.000 lugares del estadio.

“Estamos buscando alternativas”, asegura el secretario, en referencia a programas como el “casa solidaria”, en el que se exhorta a los ciudadanos a hospedar visitantes.

En el centro de Cuiabá, el reloj oficial que marcaba la cuenta regresiva para el Mundial dejó de funcionar hace un par de días. A pocos metros, una peluquera atiende a una clienta en medio de la plaza.

“Lo que no esté listo para el Mundial no va a estar listo nunca, van a ver”, dice Ana Fashion, como pide ser identificada.

Y lanza una carcajada antes de seguir trabajando en el cabello de Karol Santos, una estudiante de 15 años, que durante la mayor fiesta del fútbol mundial tiene un único plan: “estar bien lejos” de Cuiabá.

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