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Muy pocas selecciones realizaron aclimatación para enfrentar a la temible altura de La Paz. La dinámica del fútbol no permite la concentración por varias semanas en una tierra a la que los equipos, como el de Eduardo Berizzo, deciden subir en el día del partido. Sin embargo, Paraguay tiene dos antecedentes: uno en la década del setenta y otro, muy reciente, en el primer ciclo de Francisco Arce. El primero, tuvo el resultado deseado: la victoria. Pero la travesía, que duró casi dos meses, no empezó en la capital boliviana. Arrancó en Arequipa y pasó por Cusco, en Perú.
“Nos fuimos a Perú, a Arequipa, donde no me olvido que la primer noche que llegamos comenzó a temblar toda la tierra y salimos todos corriendo afuera. Eso no me olvido. Nos avisaron que eso es normal ahí, pero nosotros no sabíamos. De ahí nos fuimos a Cusco y de Cusco fuimos a La Paz. Estuvimos casi dos meses haciendo la aclimatación”, recordó Jorge Insfrán, el autor del histórico gol que permitió el triunfo por 2-1 de la Albirroja un 2 de setiembre de 1973, fecha en que por última vez, el combinado nacional triunfó en el Hernando Siles.
La vivencia de la famosa adaptación a la altitud comenzó con el sueño de debutar ganando en las Eliminatorias al Mundial Alemania 1973, pero con el transcurrir de los días, a causa del encierro, de la distancia familiar, la agonía, la angustia y la ansiedad tomaron forma en el plantel que conducía el uruguayo Washington Etchamendi. Del sismo en el primer día en suelo incaico, los jugadores, cuerpo técnico y directivos, viajaron a la sede del primer cotejo del Grupo 2 del clasificatorio en un “milagroso” vuelo de la antigua Líneas Aéreas Paraguayas (LAP).
“El viaje fue muy difícil porque la compañía de la aeronáutica civil de ahí nos dijo que a partir de las diez de la mañana no podían salir más los aviones. Se fue uno de LAP, pero bajo el riesgo del comandante podía ir. Todos ya no se hallaban más. Y salimos, pero a los tres minutos comenzó el avión... por poco no se rompía todo el ala. La montaña estaba toda nevada y no había quien no se desmayaba, devolvían todos. El comandante del vuelo nos dijo que fue un milagro y que íbamos a ganar porque nos salvamos, ni él no sabía cómo”, rememoró Insfrán a ABCTV.
Ya en el Hernando Siles, donde en noventa minutos el clima cambio tres veces, Insfrán arrancó el juego entre los suplentes hasta que, con el marcador 1-1, Etchamendi llamó al exOlimpia y el Granada de España. “Me acuerdo que ese día en el Hernando Siles había sol, después comenzó a llover, a nevar y luego salió otra vez el sol. El clima fue cambiante. Estábamos perdiendo, empatamos y cuando quedaban quince minutos aproximadamente, me llama el técnico y me dice: ‘entra, hace lo que puedas y metete en el área’”, relató entre risas.
El ingreso de Insfrán fue clave para gestar la hazaña ya que en un tiro de esquina, en el que Carlos Jara Saguier arrastró marcas, el atacante convirtió de cabeza sin ni siquiera poder ver el gol que había anotado. “Vino un córner que tiró Escobar y salté, no se como cabecee y se fue al ángulo. Yo no me di cuenta”, señaló el exjugador de la Albirroja, que agregó que la altitud no es ningún mito. “Es difícil la altura, nadie puede negarlo. No es mito, es una realidad. No te cansas, pero te desesperas. Parece que el pecho va a explotar”, añadió.
Insfrán puntualizó que en La Paz hay que tener “espíritu” y, aprovechó para enviar un mensaje a Berizzo y al plantel de jugadores. “Hay que tener fuerza, mucha fuerza. Espíritu es lo que vale, no solo saber jugar. Hay que tener amor propio. Mucho de eso se está perdiendo (…) Hay que creer siempre, pero al técnico le veo …. no cambia a tiempo, no se da cuenta que el jugador no anda. Ojalá que podamos revertir tanto tiempo de no poder ganar en La Paz. Son cuarenta y ocho años de esa hazaña que hicimos”, finalizó el exfutbolista.