El Balón de Oro, instaurado en 1956 y tradicionalmente entregado por la revista France Football, ha tenido pocas variaciones en el diseño de su trofeo en este casi medio siglo.
Con una base de pirita, mineral de sulfuro de hierro conocido en el pasado como el “oro de los locos” y recubierto de una fina capa de oro, tiene unas dimensiones de 31 centímetros de alto, por 23 de largo y otros 23 de ancho.
Cuando se conozca el ganador, se añadirá al mismo una placa con el nombre del agraciado.
“Este magnífico trofeo que nosotros elaboramos desde su institución necesita decenas de horas de trabajo. Numerosos artesanos se alternan en su confección: el orfebre, el repujador, el cincelador, el grabador, el dorador, el pulidor, etc., oficios todos ellos actualmente raros y preciosos. Estamos muy orgullosos de estar en el origen de este trofeo de leyenda”, comentó a la web de la FIFA François Mellerio, responsable de la casa.
Junto a su hermano Olivier, continúa con la tradición familiar de la joyería fundada en 1613 y que en su historia ha vivido distintos momentos históricos, revoluciones y guerras.
Fue María Antonieta, archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia, una de sus primeras clientas de postín, con un encargo de un brazalete con siete camafeos y rubíes.
No es el único trofeo deportivo mundialmente conocido que se fabrica en esta joyería, ya que de sus orfebres sale también la Copa de los Mosqueteros, que se entrega al tenista que gana cada año en las pistas de tierra batida de Roland Garros, el Grand Slam que se disputa en París.