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Que sean los ecuatorianos que la tengan en territorio estéril con la ocupación de los espacios sensibles y evitar duelos individuales con la ayuda del compañero más próximo. Así uno podía comprender que en el mismísimo Atahualpa arranquen Néstor Ortigoza, Derlis González, Edgar Benítez, Jorge Benítez y Darío Lezcano. Criterio en las pocas pelotas a disposición y velocidad. Mucha velocidad. Pocas faltas (apenas 10) ya que pocas veces llegarían fuera de tiempo. Y garra, porque existen rasgos con los cuales ya vienen ciertos jugadores como los delanteros escogidos por Díaz.
Ecuador aprovechó la lesión de Paredes para volverse aún más ofensivo. Metió al puntero Fidel Martínez como extremo derecho y bajó a Antonio Valencia como lateral. Quinteros no quiso arriesgar a su volante de mayor marca, Pedro Quiñónez, y lo mandó a Alex Bolaños, el único jugador de campo que juega en la famosa altura de Quito. La amarilla por una mano infantil marcaba el estado de ánimo del volante de Aucas. Claramente el técnico creía que con eso bastaba. Toda la izquierda de Paraguay (Da Silva-Samudio y Ortíz-Pájaro) estaba adaptada a la altura ante la profundidad del local.
Christian Noboa, la gran figura del local, avisó con el primero de los 19 disparos que registró Ecuador antes que se complete el minuto. Tampoco fue una turbulencia como pronosticaron Samudio y Ortigoza en la previa. Pero la tarea pendiente de la selección fue el control del volante del fútbol ruso. Otra bomba suya que reventó el travesaño le quedó a Enner y el Valencia figura del pasado Mundial cruzó el disparo para el tanto inicial. Cazales se sintió libre para meter pelotas profundas. Fueron diez minutos complicados donde merodeó la sensación de un 2-0 que hubiera sido letal.
Allí se agigantó la presencia del Gordo. Ortigoza empezó a pedir y buscar. Buscar y pedir. Pared acá y allá. Como volante central empezó a invadir otras zonas. Como lateral izquierdo, habilitó al Pájaro en la que Derlis culpó al bote maldito. Bote que sería bendito en la siguiente donde Néstor se conectó con Conejo y metió un pase con ventaja para el Pájaro. Achilier no llegó y empujó Lezcano. El 1-1 le quedaba mejor al marcador.
El ingreso de Arroyo por Bolaños desajustó las marcas. Nadie lo tenía como suyo al volante ofensivo del América. Tampoco se aprovechó la espalda de Noboa. Un mal cálculo de Gómez, permitió la mejor atajada de Villar quien volvió al arco en estas Eliminatorias por primera vez. Pero no todo es pizarra en el fútbol. Sería demasiado aburrido y frío. Un rechazo de Samudio termina convirtiéndose en asistencia gracias a la tenacidad de Lezcano. Minutos antes lo había hecho amonestar al discreto Achilier. Esta vez, el de Emelec ni si acercó. Tampoco pudo Erazo. Darío como pistolero en un western spaghetti, sacó rápido el disparo sin armarlo y sorprendió al golero Domínguez. La hazaña era posible. Mención para el del Ingolstadt. De ser el reemplazante de emergencia de Bobadilla ante Argentina, pasa a ser el delantero de referencia del ciclo Díaz en Eliminatorias.
Se aguantó media hora más. Más por cansancio y empuje del rival que planteamiento. El ingreso de Rojas por Derlis cambió el número de teléfono del 4-4-2 al 4-1-4-1. Rodrigo con Richard en el doble 6 tampoco evitaron el ímpetu de Noboa pero consiguieron el control. Pérez ingresó por un fundido Lezcano que hasta en su última intervención consiguió una falta. La elección de Hernán fue por el perfil para no ser desbordado ya que si la velocidad hubiera sido el primer parámetro las opciones de Iturbe o Romero hubiesen encajado mejor.
Cuando se jugaba el segundo minuto adicional de los cinco, Noboa –otra vez- le puso claridad ante el mar de confusiones que era el Tri y aprovechó la corrida de Mena quien luego de definir, miró al asistente y expresó más alivio que festejo ante la pasividad del linier.
Sirve el punto desde lo matemático pero más desde lo anímico. Desde el voto de confianza a Bruno Valdez quien detuvo a Montero en las tres primeras pelotas hasta que se fue lesionado, pasando por el aceptable reemplazo de Gustavo Gómez hasta la respuesta anímica ante la adversidad, algo que no se había visto en Lima en el 0-1 y ni siquiera testeado en el debut en Puerto Ordaz. Este punto tiene otro sabor por el dónde y el contra quien. Será de oro si se capitaliza contra Brasil el próximo martes. Igual, vale como partida.