Más de 250.000 personas en verdadero delirio aguardaron desde la mañana delante de la simbólica Puerta de Brandeburgo, en el corazón de Berlín, la llegada de los jugadores y el seleccionador Joachim Low, que dieron a Alemania su primer trofeo mundial desde la reunificación del país en el otoño boreal de 1990. El capitán Philipp Lahm, con el trofeo en la mano, fue el primero en descender del avión, seguido por sus compañeros, ataviados con chándales o ropa deportiva, mientras que el seleccionador Joachim Löw estaba vestido de negro y llevaba gafas de sol.
Enseguida, los jugadores y cuerpo técnico se enfundaron camisetas negras con un gran número uno, se subieron a un autobús de doble piso sin techo y saludaron a la marea humana que se desplegó por las calles berlinesas hasta la llegada de la plantilla germana al escenario montado delante de la Puerta de Brandeburgo.
Alrededor de las 11:00 GMT (7:00 de Paraguay), los primeros en aparecer en el escenario fueron los integrantes del cuerpo técnico, liderados por Joachim Low, quien fue el primero en dirigir un breve discurso a los fanáticos que decoraron el ambiente con camisetas, banderas y sombreros de color rojo, negro y oro. “Todos somos campeones del mundo”, resumió Low, compartiendo el título con todos los hinchas de la Mannschaft. “Sin ustedes no estaríamos aquí”, añadió.
Poco después salieron las estrellas futbolísticas que no pararon de bailar y animar a una multitud que dedicó especiales gritos de aliento para Mario Götze, autor del gol de la victoria en la prórroga (1-0) contra la Argentina de Lionel Messi Muy relajados y felices, los jugadores fueron dedicando palabras de agradecimiento a los hinchas, cada uno a su turno. Cuando tomó el micrófono el centrocampista Bastian Schweinsteiger, recordó que se había juntado en 2006 en ese mismo lugar, “pero ahora es mucho mejor porque somos un equipo de cuatro estrellas”.
La entrada de honor fue para el capitán Phillipp Lahm, quien escoltado por cuatro campañeros llegó al frente del escenario y levantó la Copa del Mundo, para luego desatar una coreografía rockera junto a Thomas Muller y otros jugadores. “Desde que era un niño que sueño con esto”, declaró Lahm, agradeciendo al público por su enorme apoyo.
Los jugadores también rindieron homenaje a su compañero Miroslav Klose, quien a sus 36 años se convirtió en el máximo artillero de la historia de los Mundiales (16 goles). “Miro Klose, Miro Klose”, cantaron frente a un público que les festejó todo tipo de bromas que hicieron los futbolistas en el escenario.
“Esto es genial, es un momento increíble”, dijo el atacante Lukas Podolski. “Estamos muy orgullosos de lo que hemos hecho. Por fin hemos ganado (la Copa del Mundo). Estamos orgullosos de los hinchas”, señaló por su parte el defensor Peer Metersacker. Uno de los más esperados fue Mario Gotze, autor del tanto que dio el título a la Mannschaft el domingo en Rio ante Argentina (1-0 en alargue). “Es un sueño”, dijo el jugador de 22 años del Bayern Múnich.
“Buenos días, Berlín, estoy orgulloso de ser berlinés”, exclamó el defensa Jérôme Boateng, quien creció en la capital y eligió jugar por la Mannschaft, mientras su hermano Kevin-Prince optó por Ghana, país de su padre.
“Durante cuatro semanas, los jugadores me han hecho vibrar. Es mi forma de agradecerles”, aseguró Lydia Lampa, de 28 años, encargada de comercio en una agencia de publicidad de Berlín en medio de los festejos. El equipo de Joachim Löw saludó al público desde una tarima instalada frente al conocido monumento berlinés, rodeada de mensajes gigantes en los que se lee “Gracias, chicos”.
En un autobús ubicado a la izquierda del escenario, se había escrito: “Somos el jugador número 12”. Los aficionados empezaron a acudir al lugar desde la madrugada para festejar este cuarto título mundial. Según testigos, algunos pasaron la noche en sus vehículos para asegurarse un buen lugar. Algunos de los jugadores, que militan en el Bayern, prevén viajar por la tarde a Múnich.