Para nueve internacionales galos -Hugo Lloris, Adil Rami, Samuel Umtiti, N'Golo Kanté, Paul Pogba, Blaise Matuidi, Antoine Griezmann, Olivier Giroud y Steve Mandanda-, la final del Mundial de Rusia fue un desahogo.
Ellos son los únicos que permanecen en la convocatoria 'bleu' tras el fiasco continental ante el combinado de Portugal en Saint-Denis. El técnico Didier Deschamps prefirió remozar su plantel con catorce caras nuevas, entre ellas la de Kylian Mbappé.
El atacante del París Saint-Germain resume el nuevo orden francés; el de un equipo físico y veloz, imparable en Rusia.
En la última semana, sin embargo, los más jóvenes debieron atender a los mensajes lanzados por los más veteranos, aquellos que tomaron la voz en la sala de prensa para advertir de las fatalidades de 2016. Pogba reconoció que tras ganar la semifinal de la Eurocopa ante Alemania pensaron “que ya estaba hecho”; Matuidi adelantó que afrontarían el choque “de manera diferente”; Umtiti pidió no cargar la etiqueta de favoritos; y Antoine Griezmann convenció a sus compañeros de que llegaban “mejor preparados”, física y mentalmente.
Lloris, en cambio, hizo un llamamiento a la “concentración”. Fue él quien la perdió en la acción del 4-2, pero su fallo queda como mera anécdota en un torneo notable del portero del Tottenham. Predominó una versión sobria en un equipo que mezcló experiencia y juventud para demostrar que 2016 dejó una enseñanza: las finales deben ser competidas antes de ser ganadas.
Con cinco caras nuevas con respecto al 'once' que partió de inicio en el último certamen europeo (Bacary Sagna, Laurent Koscielny, Patrice Evra, Moussa Sissoko y Dimitri Payet no fueron convocados), el cuadro 'bleu' supo resguardarse ante la ofensiva inicial de los Vatreni y golpear cuando su rival lo permitió.
Antoine Griezmann castigó, primero, con fortuna, una falta lateral que Mario Mandzukic desvió hasta la red (1-0); después, un penalti cometido por Ivan Perisic, el mismo jugador que momentáneamente había equilibrado el envite. Paul Pogba y Kylian Mbappé cerraron la victoria francesa en la segunda mitad, justo antes de que Mario Mandzukic descontase para el definitivo 4-2.
Esa persistente lucha por la victoria la atribuyó el técnico Didier Deschamps al “aspecto psicológico”. “La reacción de los jugadores nos situó a todos en el mismo camino. Cuando el torneo se complicó, seguimos juntos”, sostuvo.
Minutos después de lograr equipararse con el brasileño Mario Zagallo y con el alemán Franz Beckenbauer como campeón del mundo como jugador y entrenador, el preparador de Bayona explicó que la realidad del equipo en la “final de la Euro había sido distinta”.
“Esta vez estuvimos más relajados porque sabíamos lo que nos esperaba. Hace dos años sufrimos una derrota muy dolorosa. Aprendimos mucho de esa final”, confesó. En los últimos 55 días, en el vestuario 'bleu' imperó la calma y la convicción, aun en los momentos más delicados.
“Para ganar hay que creer. No sólo vale tener calidad sino saber que tienes calidad. La calidad es la base, pero sobre todo hay que creer. El que más cree, acaba ganando. Nosotros creíamos desde el principio, pero si lo hubiésemos dicho nos hubiesen tomado por locos”, expuso en zona mixta Kylian Mbappé, una de las grandes sensaciones del torneo.
Su desparpajo impulsa a esta nueva Francia, campeona del mundo a partir de la derrota más dolorosa. “Aprendimos la lección”, cerró Paul Pogba.