La revancha del “Chiqui”

Francisco “Chiqui” Arce tuvo su revancha como director técnico en el segundo semestre del año y dirigiendo al club de sus amores: Cerro Porteño. Con el Ciclón consiguió una hazaña que tardó un siglo antes de ser repetida por el club.

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Antonio Arias daba el pitazo final en Barrio Obrero. Cerro Porteño había empatado 1-1 en La Olla con Libertad. El marcador le servía para asegurarse su estrella número 30 a nivel local.

En el banco de suplentes, Francisco “Chiqui” Arce evidenciaba la gran emoción que lo invadía. Era su primer título en la División de Honor y lo había alcanzado con el club de sus amores, ese con cuyos colores se había sentido identificado mientras era jugador.

Así, Arce se tomaba una pequeña revancha personal de todo por lo que había tenido que pasar en los últimos dos años.

“Chiqui” había debutado como técnico dirigiendo a Rubio Ñu. Con el equipo de Trinidad consiguió llegar a Primera División y convertirse en una de las sombras negras de los equipos grandes.

Su gran trabajo con el equipo albiverde lo convirtieron en el candidato favorito de dirigentes, público y -hay que decirlo- la prensa para suceder algún día a Gerardo “Tata” Martino al frente de la Selección Paraguaya.

El mismo Martino elogió el trabajo de Arce en varias oportunidades y lo había señalado como uno de los técnicos jóvenes con más futuro en nuestro medio.

Así fue que cuando el Tata anunció que ya no seguía en la Albirroja tras la Copa América de 2011 no se tardó más que unas horas antes de anunciar la llegada de la era Arce.

Pero al “Chiqui” no le fue como a todos nos hubiera gustado. Se encontró con un equipo en el que varias de sus figuras más importantes estaban ya en el último tramo de su carrera y en la que faltaban figuras jóvenes.

No tuvo tiempo de experimentar para buscar una fórmula que le diera rumbo a la Albirroja. Así fue que, luego de seis fechas y con apenas cuatro puntos cosechados, se decidió desvincularlo.

Se fue con la pesada carga del rechazo de una buena parte de la afición que lo culpaba solo a él de lo ocurrido.

Volvió a Rubio Ñu y en marzo de este año se le cumplió un sueño: dirigir a Cerro Porteño. Llegaba luego de la salida del uruguayo Jorge Fossati.

Los primeros meses no fueron nada fáciles para Arce en Cerro. Rápidamente quedó eliminado de la Copa Libertadores -consecuencia también de la mala campaña con Fossati- y en el Apertura quedó en tercer lugar de la tabla de posiciones.

Las críticas -que ya eran muchas- se agravaron aún más cuando el Ciclón no pudo pasar de primera fase en la Copa Sudamericana. Algunos llegaron a pedir “su cabeza”. Ya no lo querían al frente del equipo.

Sin embargo, la directiva azulgrana -en realidad el presidente del club, Juan José Zapag- decidió jugarse por él y lo mantuvieron en el cargo.

Cerro no solo comenzó a jugar mucho mejor, respondiendo por fin al orden táctico que pretendía Arce, sino que cosechaba los resultados necesarios. A lo largo de las 22 fechas no soltó la punta ni una sola vez desde que la tomó.

Luego de la consagración, al Ciclón le quedaban todavía dos partidos más para alcanzar una hazaña que tenía como único antecedente el primer título conseguido por el club en 1913. Y lo terminó consiguiendo, empató y ganó los dos últimos encuentros y terminó el campeonato invicto.

Durante la premiación, Arce se encontró con el hombre que lo había nombrado en la Albirroja y que después no supo bancarlo: Juan Ángel Napout. Hubo un fervoroso abrazo antes de la entrega de la medalla y una charla.

¿Qué fue lo que se habrán dicho? Esa fue la pregunta que se sucedió durante ese instante.

“Chiqui” se tomó su revancha, aunque todavía hay una pequeña parte de la hinchada azulgrana que no está del todo convencida. Lo llamaron desde Brasil, pero él decidió quedarse en el lugar de su corazón.

Ahora le toca un desafío enorme, el ansiado título internacional para el Ciclón. Para ello tendrá dos oportunidades en 2014.

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