El primer jugador de los Bleus que originó los primeros cantos de su hinchada en Rusia-2018 no fue Antoine Griezmann, ni el astro Kylian Mbappé, ni tampoco Raphaël Varane o Paul Pogba. “Es amable, pequeño, se va a comer a Lionel Messi, pronto en los Campos Elíseos, N’Golo Kanté”, recitaban los aficionados galos, que el domingo mirarán la final ante Croacia confiando en su ídolo ’invisible’ Kanté.
El volante del Chelsea se impone como uno de los mejores recuperadores del torneo. “No hace ruido, pero efectúa un trabajo monstruoso”, observa para la AFP otro ex jugador francés de origen africano, Rio Mavuba, también especialista en la materia.“Siempre tiene sentido colectivo en su juego”, aclara.
“Sé por jugar todo el año con N’Golo que es el mejor jugador del mundo en su puesto”, había advertido el armador del Chelsea y de la selección belga, Eden Hazard, a la cadena BeIn Sports. “Cuando está a tope, tienes 95% de chances de ganar el partido”. Fue el caso de la semifinal Francia-Bélgica, ganada 1-0 por los tricolores.
“Ha mostrado hasta el presente en este torneo que ha sido uno de los mejores centrocampistas defensivos, cubre mucho terreno, ofrece seguridad a sus jugadores que están delante de él”, lo elogió el seleccionador croata Zlatko Dalic, el jueves. “Y si Kanté juega bien, Francia juega bien”, resumió.
¿Quién se esconde detrás de esa lluvia de elogios? Un jugador muy tímido de 1,68 m, siempre sonriente y discreto fuera del campo de juego, pero que da volumen de juego y exhibiciones de anticipos en el césped, donde realmente habla.
Con él, “jugamos con doce hombres en el terreno de juego”, comenta Olivier Giroud, aludiendo a su capacidad infatigable de correr y marcar. “Va por todos lados, tiene quince pulmones”, se suma Paul Pogba.
Mejor jugador de la Premier League inglesa en 2017, ganador del título inglés con Leicester en 2016 y con el Chelsea en 2017, podría convertirse en campeón mundial el domingo. Paradojas de la vida, en 2013 jugaba en la categoría National de Francia, equivalente a una tercera división francesa, con la camiseta del Boulogne, en el noroeste del país, antes de pasar al Caen, quien lo adquirió por poco dinero.
“Tal vez la gente que lo supervisaba no se tomó el tiempo suficiente. Su principal inconveniente es su talla. Pero para mí, al contrario, es una ventaja”, explicaba antes de la Eurocopa-2016 su exprofesor Piotr Wojtyna. Este fin de semana jugará la final del Mundo.