En un partido muy equilibrado que terminó 1-1 en los 120 minutos, ni Neymar ni Alexis Sánchez, los cracks de cada selección, brillaron todo lo que se esperaba, a pesar de que el chileno marcó el gol de su equipo con una gran definición.
En esa olla a presión en que convirtió el estadio Mineirao, repleto con más de 57.000 personas, fue Julio César el hombre providencial al que recurrió la seleección verdeamarela atajando los penales de Mauricio Pinilla y Alexis Sánchez para el 3-2 de Brasil.
Más aún, en el segundo tiempo y cuando Brasil rozó el desastre, el arquero de 34 años del Toronto de Canadá tuvo una tapada increíble a puro reflejo ante una entrada franca de Charles Aránguiz.
Con temple de acero, al final de los 90 minutos y en medio de un estadio temeroso de lo peor y en silencio, Julio César salió al centro del campo y comenzó arengar a las tribunas para que cantasen.
La gente, liberada de una inmensa angustia acumulada tras 120 minutos y unos penales dramáticos, lo despidió coreando su nombre.