No fue una cuestión de la máscara, tan entredicho en los últimos tiempos, por la incomodidad que sentía el fenómeno francés, por el condicionante que suponía para su "visión periférica", como insistían una y otra vez desde la concentración y el cuerpo técnico de Francia, porque Mbappé sufrió en el mismo laberinto de los anteriores duelos, ni siquiera por falta de eficacia, porque tampoco dispuso de tantas ocasiones. Casi de ninguna.
Cierto que todo empezó de otra forma, con el centro con el que asistió a Randal Kolo Muani en el minuto 9 para abrir un nuevo horizonte que no fue tal, doblegado de repente por Lamine Yamal y su golazo, por el 2-1 de Dani Olmo en el minuto 26 y por el control de España, desaparecido Mbappé primero por la izquierda y después cuando se fue al medio.
Nada de su condición decisiva tan esperada, que aguardaba Francia como la única solución de verdad para recomponer su figura, sostenida por su defensa, que este martes fue vulnerable, que necesitaba mucho más de Mbappé. No fue capaz de rescatarla. Su última ocasión, una de las pocas veces que se fue como suele hacerlo, fue una evidencia aún mayor, cuando conectó su remate a las nubes. La frustración. La derrota ya inevitable.
Ya estaba sobre el terreno Antoine Griezmann. Desde hace diez años, en Brasil 2014, cuando tenía tan solo 23 y un recorrido de apenas cinco encuentros con su selección (en la actualidad acumula 134, con 44 goles y 34 asistencias), Antoine Griezmann jamás había sido suplente en dos encuentros en una fase final de una gran competición, como le ocurrió este martes en la semifinal ante España.
Reserva ante Polonia, lo fue de nuevo este martes frente a España, cuando el debate ya estaba en el ambiente, superado en la elección del técnico francés por Ousmane Dembele, que entró en la derecha tras su buena irrupción contra Portugal. El otro atacante elegido fue Randal Kolo Muani, que empezó como suplente el torneo. Ni Griezmann ni Marcus Thuram, de inicio en la dos primeras jornadas, en el once. Ha cambiado algo en el equipo galo.
En el nivel de Griezmann en esta Eurocopa, no fue inesperado quizá, pero sí es llamativo tal y como ha sido de trascendente y ascendente en la historia reciente de la selección francesa, hasta el punto que encadenó 84 encuentros de inicio en el esquema de Deschamps hasta que una lesión en el tobillo derecho lo apartó de los amistosos de marzo, o de la dimensión que siempre ha alcanzado al lado de su actual seleccionador.
Desde Brasil 2014 no le ocurría nada parecido en la fase final de una gran competición. Entonces fue reserva en dos de los cinco choques de su selección, que comenzó con un triunfo por 3-0 con él como titular, ganó 2-5 a Suiza con él en el banquillo, igual a cero con Ecuador en su vuelta al once, venció 2-0 a Nigeria de nuevo con él como reserva y finalmente fue eliminada en cuartos por Alemania (0-1), con él todo el encuentro.
Entre los problemas de Francia este martes, por detrás en el marcador aún por 2-1, Deschamps recurrió a él en la primera tanda de cambios. En el minuto 62. Lo situó en el centro del campo, como recambio de N'Golo Kanté. Eduardo Camavinga entró por Adrien Rabiot. Y Bradley Barcola por Randal Kolo Muani. Una prueba de fuego para Griezmann, que tampoco resurgió. Su último cabezazo, alto, fue el único signo de su presencia.