El Inter y la segunda estrella

Tomás FrutosMilán, 22 abr (EFE).- En el fútbol italiano, cada vez que un equipo suma 10 títulos de Serie A borda una estrella encima del escudo como si de una selección nacional con el Mundial se tratase. El Inter estaba en una pelea a pecho descubierto con el Milan, empatados ambos a 19, pero fueron los 'nerazzurri' los que este lunes consiguieron llegar primero a los 20, cosiendo una estrella inolvidable que vale doble por el daño afligido al máximo rival.

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En Milán ya no habrá camisetas rojas y negras o negras y azules. Ahora las habrá con una estrella encima del escudo o con dos. Así fanfarronean los aficionados del Inter, orgullosos de haber sido los primeros en alcanzar los 20 'Scudetti'. Y de haberlo conseguido, además, ante el gran rival de la ciudad, en un 'Derby della Madonnina' histórico porque nunca un encuentro entre 2 equipos de la misma ciudad había definido el campeonato doméstico italiano.

El Inter ganó, además, su sexto derbi de Milán consecutivo, igualando la marca máxima que consiguió en su día el Milan.

Hace 2 temporadas, en la 2021-22, Inter y Milan llegaron con opciones matemáticas de ganar el 'Scudetto' a la última jornada. Fue el Milan quien dependía de sí mismo y el que consiguió igualar a 19 la contienda. Pero este año el Inter se tomó la venganza de una manera inolvidable, casi desmedida, por la forma en la que lo hizo.

Porque ha sido, sencillamente, el mejor equipo de la Serie A. Se jugó a lo que quiso en todos sus duelos, minimizó a sus grandes contendientes con una facilidad pasmosa y aprovechó la primera oportunidad matemática para certificar el título. Una máquina de matar bien engrasada durante las 2 temporadas previas.

Simone Inzaghi era considerado un entrenador de campeonatos cortos, pero ese relato ya no convence. Ha ganado uno de los títulos más recordados de los últimos años, quizá junto al del Nápoles de la pasada campaña, y lo ha hecho siguiendo su plan con perseverancia, moldeando el equipo a sus ideas incluso cuando recibía críticas. Qué lejos queda eso ya.

Su esquema de 3 centrales ha sido inamovible. Por allí han pasado muchos, pero siempre adaptándose a las premisas del técnico. El último en llegar fue el francés Benjamin Pavard, que se reconvirtió por petición expresa de Inzaghi, que le vio potencial. Ha sido fijo junto a Francesco Acerbi, héroe con el primer gol del partido, y Alessandro Bastoni, autoridades en una defensa del Inter fundamental también en ataque.

Y es que en varios partidos, especialmente en los más recientes, ante equipos encerrados, han sido precisamente acciones de defensas las que han decantado los duelos. También, por su puesto, de sus carrileros, figuras fundamentales para conocer a este Inter.

Puñales por banda. En concreto Federico Dimarco, por el izquierdo, el más fijo de los 3 habituales. Porque en el derecho se han ido turnando el neerlandés Denzel Dumfries y Matteo Darmian, que han dado un nivel sobresaliente. Han marcado y asistido todos, pero es que han sido una herramienta fundamental para presionar arriba y para sobrevivir atrás. Su rodaje con Inzaghi les hizo imparables.

También a un centro del campo que la afición recordará de por vida. Cada alineación, cada semana, lo único fijo de verdad, salvo sanciones o lesiones, eran los 3 del medio. El turco Hakan Calhanoglu, exmilanista reconvertido a '5' puro; el armenio Henrik Mhkitaryan y Nicolo Barella. Jugaron toda la temporada de memoria. Sabían donde estaban sin mirar.

Y arriba los goleadores. El argentino Lautaro Martínez, el emblema; y el galo Marcus Thuram, el recién llegado que parecía llevar jugando toda la vida con el Inter. Su capacidad de entender el juego le hizo vital para Inzaghi, que vio cómo Lautaro estaba más suelto en el campo. Juntos formaron la 'ThuLa', una pareja también para el recuerdo.

Todo, secundado por supuesto, por un elenco de actores secundarios de lujo como el chileno Alexis Sánchez, el austríaco Marko Arnautovic o Davide Frattesi.

El Inter consiguió la famosa segunda estrella. Pero fue mucho más importante el cómo lo consiguió. Dos años de trabajo que dieron sus frutos. Un proyecto asentado y con vistas a futuro. Derrotar al Milan en el partido decisivo. Poco más puede pedir la afición interista, dueña absoluta de Milán.

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