La tenaza que formaron Le Normand-Zubeldia funcionó a la perfección durante la primera parte, con Traoré y Galán en las bandas haciendo de palancas y Zubimendi asistiendo desde la sala de máquinas.
Desde el primer minuto, el delantero francés por el que suspiran los grandes de Europa y cuyo anuncio de partida o permanencia en el PSG es inminente, se colocó entre los centrales de la zaga donostiarra, esperando que le llegaran balones del triángulo creador parisino que integran Vitinha, Fabian Ruiz y Zaire-Emery.
Una sola ocasión tuvo el astro francés en toda la primera mitad. Un error de Zubeldia propició un contraataque que con Mbappe en punta, pero el francés se topó ante un gran Merino.
Corría la primera media hora de juego y seguíamos sin noticias de Mbappé. No encontraba huecos. Recibió varios balones en la frontal del área pero nada pudo hacer frente al impecable muro "txuri urdin".
La vigilancia extrema que la defensa donostiarra le dedicó al delantero francés se plasmó en una imagen. Mientras Take Kubo se disponía a sacar un saque de esquina, prácticamente todo el equipo subió a rematar, salvo Zubeldia y Traoré que se quedaron escoltando, uno por detrás y el otro por delante, al ariete galo en las inmediaciones del círculo central.
La misión de la defensa realista se complicó poco antes del descanso al ser amonestado con una tarjeta amarilla Robin Le Norman, lo que no impidió que el zaguero francés nacionalizado español bajara su ritmo de revoluciones en su defensa del área de Remiro.
La segunda mitad, Traoré y Galán se encargaron de neutralizar el primer disparo del 7 parisino, que acabó yéndose a la grada flojo y desviado.
El plan de Imanol parecía funcionar. La presión alta impedía que los centrocampistas franceses pudieran conectar con su delantero y cada vez que recibía un pase no encontraba respuesta frente al muro de contención vasco.
La estrategia del entrenador donostiarra acertó al cortar las vías de suministro a Mbappé, pero la pizarra de Imanol nada pudo hacer ante los balones colgados al área de Remiro.
Tuvo que ser un saque de esquina del omnipresente Dembelé el encargado de descolocar a la zaga. El balón le llegó a Marquinhos en la frontal del área y su cabezazo encontró a Mbappé en el segundo palo, libre de marca porque Kubo, el encargado de marcarle mientras sanaban en la banda a Traoré, no le siguió.
Octavo gol a rivales españoles
Estaba escrito que la estrella del PSG tenía que marcar, si nos atenemos a la estadística. Lo había hecho en los últimos cinco partidos ante equipos españoles y por partida séptuple.
Contra la Real rubricó el octavo, demostrando que además de jugar con una velocidad endiablada y poseer un muy buen regate en corto, tiene un gran olfato de gol.
En los últimos minutos y pese a que el partido se le había puesto muy cuesta arriba a la Real al haber encajado el segundo de la noche, la defensa que capitaneaban Zubeldia y Jon Pacheco, sustituto de Le Normand, logró mantener al equipo a flote.
Traoré, superó el mal trago que le supuso el desborde de Barcola en el segundo tanto parisino, y desarticuló el último intento de Mbappé de ampliar su cuenta goleadora, en un uno contra uno en el área.
El próximo test de la zaga realista contra el probablemente mejor delantero del mundo será en el Reale Arena dentro de tres semanas.