Han sido dos temporadas y media intensas en la capital italiana tras la llegada de Mourinho. Por eso, él mismo se denominó 'The Special One' y, por eso, la familia Friedkin, la misma que hoy decidió terminar el vínculo con el luso, acudió a él para liderar un proyecto a medio plazo con el fin de reencontrarse con la Liga de Campeones.
La idea era que con el experimentado portugués en el banquillo y una plantilla equilibrada, el Roma volviera a la máxima competición de clubes en un período no superior a tres años. A falta de la segunda vuelta de la Serie A casi al completo, el Roma marcha noveno, a 5 puntos de los puestos deseados para entrar en 'Champions', una competición que pudo alcanzar si hubiera ganado la final de la Liga Europa ante el Sevilla en 2023.
Pero la dolorosa eliminación copera ante el Lazio y un calendario exigente en las últimas 5 jornadas (Milan, Atalanta, Juventus, Nápoles y Bolonia) saldado con una sola victoria han empujado a los dueños del club a despedir al técnico.
Lágrimas por un título histórico
Mourinho llegó a un club que no jugaba una final europea desde hacía tres décadas y logró llevar a los suyos a dos seguidas. Llegó a un equipo que no levantaba un título desde 2008 y en su primer año alzó al cielo de Tirana (Albania) la primera edición de la Liga Conferencia.
Porque pese a que su estilo de juego en la capital italiana ha sido siempre criticado por su poca brillantez, mucho más aplicado en la solidez defensiva que en la solvencia ofensiva, Mourinho hizo lo que parecía imposible: ganar un título europeo.
La ya extinta Copa de Ferias que exhibía el Roma en sus vitrinas, conquistada en 1961, era una reliquia fruto de un pasado mejor. Había una generación entera de aficionados 'giallorossi' que no habían visto a su equipo en Europa.
Y aunque el título de Liga Conferencia es el de menor categoría y prestigio de los que otorga la UEFA, Roma celebró esa noche como hacía tiempo. Desde 2008 sin ganar nada y 31 años después de su última final en el Viejo Continente, desde la de 1991 en la actual Liga Europa perdida ante el Inter.
Mourinho también acabó llorando de la emoción. Para él, como dijo tras el partido, lograr el título con un proyecto en construcción que no tenía la obligación de ganar en ese momento, era mucho más especial, algo "eterno".
Esas lágrimas marcaron el inicio de un vínculo con la afición que traspasó lo deportivo. Para Mourinho la hinchada del Roma era única, y para la mayoría de los aficionados, él era su "emperador". Consiguió unir al equipo con la grada y en cada partido en casa, el Estadio Olímpico, que volvió a llenarse tras varios años, se convirtió en una caldera.
El aparcamiento en Budapest, polémicas con los árbitros y lesiones
El idilio con la mayoría de la afición continuó durante la siguiente temporada. En Serie A, el Roma se descolgó de la pelea por entrar en Europa, muy lejos también de los puestos de Liga de Campeones, pero en Liga Europa, en competición corta, una especialidad de Mourinho, el Roma estaba muy vivo. Alcanzó la final y la Liga de Campeones estaba a un paso.
Un empate a uno condujo el duelo a penaltis, pero una mano clara no señalada a favor del Roma pudo haber decantado la balanza. Desde los once metros, el Sevilla conquistó el título.
Mourinho, enfurecido, esperó al colegiado inglés Anthony Taylor en el aparcamiento del estadio para reprocharle su actuación. Fue la primera de varias polémicas arbitrales que ha continuado protagonizando en Roma.
De hecho, en el duelo del Roma ante el Milan en San Siro, su último encuentro como entrenador de la 'Loba', se queda como una despedida amarga ya no solo por la derrota, sino porque ni si quiera pudo estar en el campo al estar cumpliendo sanción.
Tampoco las lesiones de sus jugadores le han facilitado el trabajo. Sin ir más lejos, su mejor jugador, el argentino Paulo Dyabala, aunque clave en el éxito del equipo, algo reconocido claramente por Mourinho, ha estado 8 partidos fuera por lesión y jugando otros tantos con molestias solo en esta temporada.
Una de las innumerables bajas que han acompañado siempre la temporada de un Roma especialmente tocado en este aspecto.
Mourinho ha dejado de ser entrenador del Roma, pero también ha dejado huella en la capital italiana: la Liga Conferencia de 2022 y el vínculo con la grada pasarán a la historia, aunque la ausencia en la Liga de Campeones se queda como su "mancha" más importante.