Mientras que la CBF alegó en un comunicado de que informó de todos los detalles referentes a la seguridad del partido con anterioridad y no recibió ninguna recomendación, la policía dice que tan solo se enteró el pasado jueves de que los hinchas de las dos selecciones compartirían las tribunas y no estarían separados.
Cuando se interpretaban los himnos, se desencadenó una pelea entre hinchas argentinos y brasileños en la tribuna sur del Maracaná y los incidentes se agravaron con la intervención de la policía, que reprimió con fuerza a los aficionados visitantes.
El comienzo del partido fue aplazado 27 minutos debido a que los jugadores de la Albiceleste intentaron intervenir para calmar los ánimos y, ante la falta de resultados de sus esfuerzos, se retiraron a los vestuarios hasta que se controló la situación.
Como consecuencia de los tumultos dos aficionados tuvieron que ser hospitalizados con contusiones en la cabeza y ocho argentinos fueron detenidos acusados de haber provocado los incidentes y por supuesto desacato a la autoridad.
La Policía Militarizada de Río de Janeiro aseguró en un comunicado de que tan solo fue informada el jueves de que los aficionados de las dos selecciones compartirían tribunas, cunado los boletos ya se habían agotado, por lo que ya no había tiempo de impedir esa situación.
"La seguridad en las tribunas estaba a cargo de una empresa especializada contratada por la CBF. Siguiendo protocolos propios, la CBF decidió liberar la venta sin criterio de cuotas para los hinchas de los dos países y, más grave aún, de no delimitar espacios en los sectores para cada hinchada", agrega la nota.
El organismo alegó igualmente que tan solo interviene para aplacar tumultos en las tribunas cuando la situación de sale de control de los agentes de seguridad particular.
La CBF aclaró que, por determinación de la FIFA, en los partidos entre selecciones no hay divisiones en las tribunas para los aficionados, un hecho que "siempre fue de conocimiento de la Policía y de las demás autoridades públicas".
La nota agrega que, por ese motivo, el plan de seguridad fue elaborado y dimensionado considerando la clasificación del partido como de riesgo y con los aficionados rivales compartiendo las tribunas, al punto que por eso fueron movilizados 1.050 agentes privados y 700 policías para garantizar el orden.