En menos de una semana, el Dacia Arena de Údine (norte) ha acogido los dos escenarios más antagónicos de cualquier temporada regular, y en ninguno ha sido el protagonista. El pasado jueves vio cómo el Nápoles se convertía en campeón y este lunes cómo el colista de la liga certificaba matemáticamente su adiós tras once años seguidos en Serie A.
Ambas historias, eso sí, estaba escritas desde hace tiempo. La 'Samp' solo había sumado 2 de los últimos 18 puntos y solo había ganado dos encuentros desde que comenzó el primer año. Stankovic, mítico jugador del Lazio y del Inter, no pudo remontar el vuelo de una 'Samp' que ya apuntaba maneras cuando llegó el técnico, en octubre.
El Sampdoria, además, pasa por un momento muy complicado rozando la quiebra económica que podría relegar a un histórico del 'calcio' a la Serie D. La otra cara de la moneda es el Génova -máximo rival de la 'Samp' al ser ambos equipos genoveses- que certificó este fin de semana su vuelta a la categoría reina del fútbol italiano.
Los goles del argentino Roberto Pereyra y del marroquí Adam Masina, ambos en la primera parte, dieron la victoria a un Udinese que se coloca noveno, en plena pelea con el Fiorentina, el Torino y el Monza, todos ellos con 46 puntos, y con el Bolonia, con 45, por ocupar la octava plaza de la tabla.