Esta nueva legislación del fútbol británico incorporará cambios como la existencia de un regulador independiente que rija en disputas, la participación de los aficionados en la toma de decisiones de los clubes, evitar la creación de "Superligas" y la realización de un nuevo test de dueños y propietarios para prohibir la entrada de inversores extranjeros cuya riqueza provenga de negocios cuestionables.
La propuesta tenía que haber entrado en vigor el pasado verano, pero fue retrasada por el cambio de liderazgo en el partido conservador tras la dimisión de Boris Johnson y la elección de Liz Truss como primera ministra.
Tracey Trouch, por entonces ministra de cultura y deporte, llevó a cabo esta nueva normativa motivada por la creación de la Superliga europea, con seis equipos ingleses entre los fundadores, y por la caída en desgracia de equipos como el Bury, que descendió de categoría tras no poder pagar a los acreedores.