Y lo cierto es que pocos, salvo Ancelotti y el adn madridista que se hereda de generación en generación de jugadores que dan forma a la plantilla, creyeron en la resurrección perdiendo 2-0 al descanso de La Cerámica. La imagen de un equipo con bajas y en un momento bajo de forma física no invitaba al optimismo.
La mano de entrenador de 'Carletto', la entrada con frescura desde el banquillo y hambre de éxito de Dani Ceballos y Marco Asensio, el crecimiento de Eduardo Camavinga como mediocentro, cambió de golpe el panorama. Nueva remontada del Real Madrid que, desde la conquista histórica de la última Liga de Campeones, no había vuelto a exhibir. El impulso necesario para crecerse ante rivales que convertían en temible el calendario.
El Real Madrid llegaba de recibir un duro golpe de su eterno rival. Más allá de perder el título en la final de la Supercopa de España, dañó la inferioridad ante el Barcelona, la distancia entre el hambre de un equipo y otro. De golpe, en la segunda parte de los octavos de final de Copa del Rey, reapareció el carácter, la lucha hasta la última acción del partido, la fe. Un equipo que nunca se rinde, menos aún cuando lo dan por muerto.
De La Cerámica a San Mamés. Con errores detectados. Un bache superado, una crisis esquivada pero decisiones que adoptar para asentar el cambio. Y no le tembló el pulso a Ancelotti para sentar en el banquillo a dos centrocampistas que son historia del club, Luka Modric y Toni Kroos. Nadie ganó tanto como ellos en 121 años del club. El rumbo de las decisiones del técnico italiano viró hacia la meritocracia.
Ceballos se ganó con asistencias y el gol del triunfo en Copa la titularidad. Asensio mejoró a Rodrygo que le sumó un feo gesto que Carlo reprochó a ojos de todos para demostrar al brasileño que ese no era el camino. Y el Real Madrid recuperó la estabilidad defensiva que tanto añoraba. Tras ocho goles encajados en cuatro partidos, puerta a cero en San Mamés. Imagen de equipo unido en el esfuerzo, directo con balón y con pegada arriba. Un triunfo que reforzó, ante todo, al entrenador por las decisiones adoptadas.
ANCELOTTI CONTRA SIMEONE
El duelo de los banquillos que ha marcado el derbi madrileño en dos etapas en una década, desde que el argentino se impusiese en el primero de Liga en septiembre de 2013 en el Santiago Bernabéu, siempre traerá de vuelta a la mente del madridista el imborrable recuerdo de la final madrileña de 'Champions' en Lisboa. La conquista de la décima Copa de Europa.
Pero la igualdad manda en su pulso personal. Seis triunfos para el italiano, los mismos para el argentino, cuatro empates. Con el inesperado regreso de 'Carletto' al Real Madrid se recuperó seis años y medio después el duelo de dos técnicos de libretos distintos. Simeone exigió a Ancelotti en la primera etapa a revisiones tácticas tras tomarle la medida. En Lisboa tuvo que pasar a cuatro centrocampistas y renunciar de inicio al tridente Bale-Cristiano Ronaldo-Benzema.
Y en la segunda etapa salió vencedor Ancelotti, pese a una derrota el pasado mayo en el Metropolitano, con la mente en otra batalla, acudiendo a la cita siendo campeón de Liga y sin recibir pasillo de su vecino. Los otros dos enfrentamientos se los llevó el técnico madridista. Un 2-0 en el Bernabéu exhibiendo firmeza con dos asistencias de Vinícius Junior a Karim Benzema y Marco Asensio; un 1-2 en el Metropolitano en el último enfrentamiento, sentenciado en 35 minutos con la pegada plasmada por Rodrygo y Fede Valverde.
Aquella noche Ancelotti entregó el mando a Kroos y Modric, escoltados por el estreno en un derbi de Tchouaméni. En el presente tiene decisiones difíciles que tomar. El físico de Camavinga y su evolución le convierten en imprescindible como mediocentro. Pocos piensan en dos suplencias consecutivas de los veteranos, por lo que Toni y Luka regresarían con el refuerzo de la figura de Fede Valverde como cuarto centrocampista en fase defensiva. Será el regreso a lo que dejó de funcionar tras el golpe de entrenador exitoso de 'Carletto' que impulsó la 'resurrección'.