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Salió del apuro el equipo de Jurgen Klopp, que dejó entrever lagunas defensivas en varios momentos del partido. Falta de equilibrio para compensar todas las opciones en ataque que maneja, que son muchas.
No es habitual que un mismo jugador tenga doble infortunio. Que se introduzca dos goles en su portería en un partido. La desgracia le ocurrió al Leicester, que acabó con una buena imagen su visita a Anfield pero sin premio.
El cuarto triunfo seguido del Liverpool, que le pone a tiro de Europa, fue sufrido y necesitó de una remontada porque a los cuatro minutos, una gran jugada individual, una larga carrera de Kiernan Dewsbury Hallagran, que recibió el balón de Patson Daka, puso por delante a los visitantes.
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El Liverpool volcó el campo aunque nunca dejó de estar a gusto el cuadro de Brendan Rodgers, que empezó a contar con espacios para salir a la contra. Pudo empatar Mohamed Salah, pero no tuvo su día. Falló todo lo que tuvo en sus botas.
El empate llegó en el 38, cuando un centro desde la derecha de Trent Alexander Arnold fue interceptado por Wout Faes, que llevó la pelota a su propia portería.
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Siete después, el panorama se afeó para el Leicester. Porque una carrera de Darwin Núñez le llevó a un mano a mano con Ward. Su tiro dio en el palo y el rechace lo recogió Faes, que, al intentar despejar, introdujo el balón en su meta otra vez.
Todo fue más fácil para el Liverpool después aunque no fue capaz de cerrar el partido a pesar de las ocasiones de Salah y de Núñez, con la puntería desviada. También tuvo su ocasión Jamie Vardy para igualar que convirtió en salvador a Alisson.