Ese espíritu de plantar batalla hasta la extenuación también lo tiene su selección de fútbol. Y además a Luka Modric, que con 37 años sigue echándose el equipo a la espalda y dándole un plus de calidad y garra que los demás no tienen.
Con esos ingredientes fueron capaces de superar una fase de grupos en la que solo ganaron a Canadá (4-1) y empataron a cero ante Marruecos y Bélgica, en el caso de los segundos jugándose la vida y resistiendo a un asedio ofensivo.
Clasificados como segundos, igualaron en intensidad a la correosa Japón hasta llevarla a una tanda de penaltis donde no dieron opciones. Y también en los lanzamientos desde los once metros acabaron con Brasil, una de las favoritas, a la que previamente habían conseguido igualarle un tanto en la prórroga.
Así las cosas, hizo falta una gran versión de Messi y de Argentina para impedir que se repitiese la final previa ante Francia. Pese a ello no regalaron el tercer y cuarto puesto, donde saldaron cuentas con Marruecos y vencieron por 2-1. Se marchan habiendo hecho gala de sus virtudes una vez más y poniendo en el panorama internacional a Josko Gvardiol, llamado a ser uno de los mejores centrales del futuro.