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El número tabú del balompié brasileño salió del armario por coincidencia en Qatar, un país donde la homosexualidad está criminalizada, en el estreno mundialista del zaguero Gleison Bremer, de 25 años, durante la derrota 1-0 ante Camerún.
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El defensor de la Juventus, que en Italia utiliza el ‘3′, usó una casaca rehuida por muchos en Brasil debido a una antigua asociación de ese número con la homosexualidad y la debilidad masculina.
Lo hizo desde el pitazo inicial en el estadio de Lusail en el cierre del Grupo G, adonde el ‘scratch’ llegó clasificado a octavos luego de vencer a Serbia (2-0) y Suiza (1-0) , choques en los que el central no tuvo minutos.
Ahora, los pentacampeones enfrentarán a Corea del Sur el lunes en la siguiente fase.
“Para mí es una camisa como cualquier otra, lo importante es estar en el Mundial, el número no importa” , dijo el defensor a periodistas en Doha hace semana y media, quitándole cualquier tenor político a la elección del número.
Tabú antiguo
La asociación despectiva en Brasil del 24 con los gais es de larga data. El estigma se debe al “Jogo do bicho” , un juego ilegal de apuestas surgido en 1892 en el que el venado, una especie con comportamientos homosexuales, representa ese número.
Además, la palabra para ese animal en portugués (veado) suena de una forma semejante (viado) al equivalente en español del peyorativo ‘maricón’. La carga trascendió a diferentes esferas de la sociedad brasileña, incluido el fútbol, el deporte nacional de Brasil, que a diario registra agresiones a homosexuales y transexuales.
En ocasiones suelen haber bromas, especialmente entre hombres, cuando alguien nació un día 24, cuando se ocupa la silla 24 en el cine o los buses o por vivir en el apartamento 24. Otros incluso evitan decir que cumplen 24 años: prefieren la fórmula 23+1.
Pero para algunos LGBTQ+ se ha convertido recientemente en un símbolo de resistencia y reivindicación: ahora es más común verlo estampado en camisetas comerciales de organizaciones inclusivas y en los torneos de barrios de equipos homosexuales puede ser tan codiciado como el ‘10′ de Pelé.