Esta Copa del Mundo es la primera en la que los balones de Adidas incorporan un microchip que combina diferentes tecnologías de traqueo para ayudar al VAR, recoger métricas y dilucidar, por ejemplo, si Cristiano tocó o no el centro de Bruno Fernandes que originó el primer gol de Portugal en su victoria ante Uruguay.
El microchip pesa tan solo 14 gramos y está diseñado por la empresa Kinexon, que ha dotado a este instrumento de dos sensores diferentes, el UWB, que recoge datos posicionales del balón y el IMU, que registra los movimientos del balón en tres dimensiones.
¿Y qué pasa cuando la pelota sale de banda o se va a la grada y hay que reemplazarla? Nada, Kinexon tiene controlada esta situación y la actualización a la nueva pelota es automática, sin necesidad de intervención humana.
El sensor, localizado en el centro de la pelota, permite también recoger los datos sensoriales y acústicos del cuero. Así se determinó que Cristiano no tocó el esférico. La tecnología IMU, mencionada anteriormente, es capaz de recoger hasta 500 frames por segundo, por lo que fue sencillo captar, a través de las vibraciones de la pelota, si el portugués tocó el esférico o no. El sensor dijo que no y Adidas le pasó esta información a la FIFA para confirmar que el gol iba a parar a la cuenta de Bruno Fernandes, no a la de Cristiano.
La tecnología terminó, por lo tanto, con todos los especuladores que sacaron la lupa para descifrar si un pelo de Cristiano había tocado o no la pelota.
Para completar la desnudez del balón, unas horas después de la decisión, se filtraron varias imágenes de cómo se prepara un encuentro, con varios balones colocados enfrente de una regleta mientras se cargaban. Imagen inédita porque nunca en la historia de los Mundiales los balones han necesitado cargarse.
La batería del cuero puede durar desde las 7 horas en juego hasta las 18 en reposo.