Después de varias reuniones, Pardew, que llegó al club en 2020 (había sido técnico y ejercido otras funciones antes de retomar el cargo de entrenador principal) tomó tal decisión. "Mi tiempo aquí ha terminado. Los sucesos antes y después del partido contra el Botev Plovdiv (del pasado 19 de mayo) fueron inaceptables para mí, mi asistente Alex Dyer y los jugadores. Todos estábamos indignados por esta situación. Nuestros futbolistas tomaron la decisión de jugar sólo por lealtad y por proteger al club", explicó el entrenador en un comunicado.
"El pequeño grupo de aficionados racistas organizados que intentaron sabotear este partido no es lo que quiero que represente mi equipo. Este no es un buen camino para el CSKA. Un club así merece mucho más", continuó el entrenador, en referencia al comportamiento racista de un sector de los hinchas del CSKA que, según algunos medios, insultaron y arrojaron plátanos al terreno de juego a los jugadores de color de su equipo.
"Me gustaría agradecer especialmente al capitán Jürgen Matai, a los jugadores y al personal por su brillante apoyo, especialmente a Hristo Stoichkov, Philip Filipov e Iva Warren. Espero que el club y todos los que realmente se preocupan por él se unan, porque sólo juntos y unidos podemos progresar y perseguir los grandes objetivos", aseguró.