Los celestes, que solo habían remontado un partido esta temporada en liga, se desquitaron del mazazo psicológico que les produjo el Real Madrid en la Champions League, con una remontada del estilo ante el Aston Villa, en cinco minutos para el éxtasis del City.
El City se había complicado la vida y perdía en el minuto 75 por 0-2 contra un Villa que no tenía nada en juego, pero al que Steven Gerrard, leyenda del Liverpool, empujó hasta que pareciera que jugaban por sus vidas.
Los ‘Villanos’ habían provocado que al City le temblaran las piernas, como en el Bernabéu, pero apareció Ilkay Gundogan para desatascar el drama. Primero un cabezazo, en el 76, para seguir creyendo. El gol del alemán fue un respiro, aunque la liga no estaba aún perdida, porque el Liverpool a unos kilómetros de distancia en Anfield, era incapaz de ganar al Wolverhampton Wanderers. En ese momento, solo la diferencia de goles hacía campeón al City, un riesgo que se tornaría en realidad con un tanto más del Liverpool.
Entonces apareció el golazo de Rodri, un toque con el interior desde fuera del área que Olsen fue incapaz de atajar. Ahí la remontada era ya un hecho. Quedaban diez minutos por delante y el Etihad rugía.
No tardó en caer otro. Las botas de Kevin De Bruyne crearon un pase terrorífico dentro del área que Gundogan empujó a la red en el segundo palo. El título era celeste, el cuarto de los últimos cinco años, todos bajo el mando de Guardiola. El octavo en total, el sexto desde la llegada del dinero de Emiratos Árabes Unidos.
El 2-1 y el 3-1 del Liverpool en Anfield ya no importaron. Apenas se jugó desde el 3-2 del City y con el pitido final llegó otra invasión de campo en el Etihad. Como en 2012, con algo menos de urgencia que el gol de Sergio Aguero en el descuento, pero con la misma emoción. Los aficionados se fueron a buscar a Gundogan, al que abrazaban, mientras Pep Guardiola, que explotó con el final, se puso a llorar en el césped.
El City, que amenazó con una temporada en blanco, como en el año de aterrizaje del español, remata con un título, que apaga los incendios de la Copa de la Liga, la FA Cup y la Champions League.
No hay equipo más dominante en Inglaterra que el City, que ha recogido la hegemonía que el Manchester United tuvo la década pasada y suma su cuarta Premier en cinco temporadas. Mientras el United no gana el título desde 2014, el Chelsea desde 2017 y el Liverpool desde 2020, el City impone su músculo en la liga más competitiva del mundo.