“De camino al hospital, le dije a Sabrina (su esposa) que lo mejor sería colgar las botas. Pero, esa idea cambió dos días después”, contó Eriksen en el sitio web del club de la Premier League. Durante un encuentro de la fase de grupos del torneo europeo, el 12 de junio, entre Dinamarca y Finlandia, el centrocampista se desplomó y tuvo que ser reanimado sobre el césped antes de ser evacuado en una ambulancia.
“Se trataba de una reacción en ese momento. Realmente, entendí lo que me había pasado más tarde durante la noche y los días posteriores. Comenzaron los exámenes y puse muchas preguntas: ¿Seré capaz de hacer esto? Y ¿esto?”, prosiguió el jugador, de 29 años, que usa un desfibrilador cardíaco.
“Pero la sensación después de escuchar a los médicos decir que incluso con un desfibrilador no hay límites para hacer lo que uno quiera e incluso con mi problema de salud... Todo depende del diagnóstico y cómo te tomas todo esto”, señaló el escandinavo. Si poner un dispositivo le impedía volver a jugar con el Inter de Milán, con el que tenía contrato, Eriksen tuvo que pasar una serie de prueba de esfuerzo para asegurarse de que aguantaría regresar a la competición, antes de fichar por el Brentford el 31 de enero.
“Los primeros meses, realmente no podía hacer casi nada. Tienes que curarte y esperar a que todo vuelva a la normalidad (...) Solo en los últimos cuatro meses comenzó la recuperación”, indicó Eriksen. “Toqué el balón, volví a un campo de fútbol, percibí el olor del césped, me puse las botas de fútbol y poco a poco va volviendo todo, la ilusión de jugar partidos, de estar en el estadio, de ser parte de un equipo”, narró el mediocampista danés.
De momento, solo ha participado en su primer entrenamiento colectivo el lunes y su entrenador Thomas Frank ha confirmado que no estará en la convocatoria para el partido contra el Manchester City del miércoles, correspondiente a la 24ª jornada de la Premier League.