El Congreso extraordinario convocado por la Federación Noruega de Fútbol (NFF) promete emociones dignas de un ‘thriller’: ¿será Noruega, en el caso de lograr la clasificación, el primer país en renunciar al Mundial del próximo año (21 noviembre a 18 de diciembre de 2022)? Jugar en Qatar “es hacerlo en un cementerio”, denuncia el portavoz de la Alianza de los Hinchas Noruegos (NSA), Ole Kristian Sandvik, repitiendo una metáfora utilizada repetidamente por un buen número de los defensores del boicot.
Todo comenzó al norte del Círculo Polar a finales de febrero, con una petición del Tromso IL a la NFF para boicotear el Mundial. “No te puedes quedar sin hacer nada cuando hay gente que muere en nombre del fútbol”, se indignó ese club de la primera división. El emirato recibe regularmente las críticas de ONG por su trato de los trabajadores extranjeros procedentes de África y Asia para trabajar en las obras ligadas al proyecto del Mundial.
Doha asegura por su parte que ha realizado más avances que cualquier otro país de su región para mejorar esas condiciones laborales. “No hay ninguna duda de que ese Mundial no tendría que haber sido concedido” a Qatar, explicó a la AFP uno de los iniciadores del movimiento de boicot, Tom Hogli, un exjugador que trabaja ahora en las Relaciones Públicas del Tromso IL. “Las condiciones allí son abominables y muchos se dejan la vida”, sentenció. En marzo, lejos de los balances publicados por varios medios, un portavoz de los organizadores cataríes cifró en “tres” el número de muertos en las obras desde 2014. Otros 35 perdieron la vida, según explicó, fuera de su lugar de trabajo.
Presión de los aficionados
La iniciativa del Tromso ha sido una auténtica bola de nieve en Noruega, donde los clubes funcionan de manera muy democrática. La presión de sus aficionados ha llevado a equipos a alinearse con el boicot. Casi un noruego de cada dos (49%) está ahora a favor de un boicot, mientras que un 29% estaría en contra, según sondeo publicado el miércoles por el periódico VG.
La selección nacional no ha permanecido ajena a la polémica. Antes de cada partido, la superestrella Haaland, Martin Odegaard y el resto del equipo lucen ahora camisetas con inscripciones tales como “Derechos Humanos dentro y fuera del terreno de juego”. Otras selecciones como Alemania, Holanda o Dinamarca han realizado igualmente gestos en el mismo sentido. La FIFA ha destacado los avances sociales que se han promovido gracias a la organización del Mundial en Qatar.
“Sabemos que todavía hay trabajo por hacer. pero debemos valorar los progresos significativos realizados en muy poco tiempo”, decía su presidente, Gianni Infantino, en mayo.
Efecto económico
Los dirigentes de la Federación Noruega de Fútbol, aunque lamentan la elección de Qatar como sede del Mundial, están opuestos a un boicot del evento. “No es la herramienta adecuada para mejorar la situación de los Derechos Humanos o de las condiciones de trabajo en Catar”, estimó su presidente, Terje Svendsen. Según la Federación, un boicot podría costar 205 millones de coronas (más de 20 millones de euros, más de 23,8 millones de dólares) al fútbol noruego en concepto de multa, pérdida de ingresos y pagos por daños y perjuicios.
La NFF optó por recurrir a un Congreso extraordinario, que el domingo reunirá a las ocho miembros de su Comité Ejecutivo y a los representantes de 18 distritos y de centenares de clubes profesionales y ‘amateurs’. El debate se verá alimentado por las conclusiones de un comité de expertos que, a excepción de dos representantes de los aficionados, se ha pronunciado en contra de un boicot.
Más que un boicot, el comité recomienda 26 medidas destinadas a consolidar y extender los avances observados en Qatar pero también a ayudar a la FIFA a protegerse contra el ‘sportwashing’ (blanqueamiento de la reputación de un país mediante la disputa de un gran evento deportivo). Noruega no ha participado en un gran torneo internacional de fútbol desde la Eurocopa del año 2000. En las eliminatorias para el Mundial-2022 está en el grupo G europeo, donde está en cuarta posición, detrás de Turquía, Países Bajos y Montenegro.