El “manosanta” del fútbol argentino

Todos los caminos conducen a Ricardo Caruso Lombardi, quien este miércoles asumió como entrenador del San Lorenzo, cuando se trata de salvar a un equipo del fútbol argentino del temido descenso.

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Amado y odiado en proporciones casi similares, Caruso, como se le llama en el mundillo futbolístico, se ha convertido en los últimos años en un verdadero personaje del fútbol vernáculo.

Nació en Buenos Aires en 1962 y apenas fue futbolista (centrocampista) durante 11 años, en los que vistió las camisetas del Argentinos Juniors, el Sportivo Italiano, el Atlanta, el Almagro, el Chacarita Juniors y el Defensores de Belgrano, los cinco últimos en las categorías de ascenso.

Supo ser también vendedor ambulante de distintos productos para el hogar, administró una discoteca para “solos y solas” e incluso se hizo cargo durante un tiempo de la pequeña empresa de su padre, un colocador de letreros luminosos. Un 'buscavidas' en todo el sentido de la palabra.

Confeso hincha del Estudiantes de La Plata, Caruso Lombardi debutó como entrenador en 1994 en el Defensores de Belgrano y dos años después ganó el torneo de la Tercera División del fútbol argentino con el Sportivo Italiano.

Tuvo una vasta trayectoria en una decena de equipos del ascenso, pero su primer gran reconocimiento llegó en 2005, cuando logró llevar al Tigre a la Segunda División.

Aquella campaña le catapultó a la elite del fútbol local, a la que llegó como un “convidado de piedra”, según admite en sus innumerables entrevistas con los periodistas.

“A muchos técnicos les da bronca que la gente me quiera. Hay mucha falsedad, egoísmo e hipocresía. No me perdonan que venga del ascenso. Me comparo con otros entrenadores y no envidio a ninguno. Si tengo que disputar un cargo con Marcelo Bielsa o Carlos Bianchi pierdo 10 a 1. Pero con el resto estoy a la par”, destaca.

“ Para el que sabe de fútbol de ascenso, la Primera División es una risa. Yo dirigí en lugares en los que no había pelotas ni agua caliente. En la Primera tienes todo y sólo hay que laburar”, apunta este detallista entrenador.

Considera el “conocimiento de los jugadores de todas las categorías” como su principal virtud y se reconoce “algo excéntrico” y “muy mediático”, lo que le ha traído no pocos problemas al 'Tano', como le llaman sus allegados.

En los últimos años se hicieron bastante habituales tanto sus pasos de baile en programas de televisión como sus fuertes críticas hacia los árbitros y sus ásperas polémicas con algunos de sus dirigidos, como el veterano zaguero (ahora en el Boca Juniors) Rolando Schiavi, a quien tuvo en el Newell's Old Boys de Rosario.

Los hinchas de este club, del Argentinos Juniors y del Racing Club lo elevaron casi a la categoría de ídolo por haberles salvado del descenso a la Segunda División, objetivo que no pudo cristalizar con el Quilmes en junio del año pasado pese a la notable campaña que ese equipo bonaerense llevó a cabo bajo su tutela.

“Yo soy el nuevo capataz y los jugadores del San Lorenzo los obreros. Tenemos que construir un edificio en pocas jornadas. Juntos vamos a salvar al San Lorenzo”, acaba de prometer con notable optimismo.

Caruso Lombardi se considera “la bandera” de los técnicos del ascenso que luchan por un lugar en la categoría de honor del fútbol argentino y su llegada al desesperado San Lorenzo, agobiado deportiva e institucionalmente como pocas veces en su historia, parece una gran oportunidad para que este controvertido entrenador pueda colgarse una nueva medalla en junio próximo.

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