Aquél día, en el abarrotado estadio Soccer City de Johannesburgo donde las selecciones de España y de Holanda iban a dirimir el título, el expresidente y Premio Nobel de la Paz Mandela vivió su última aparición pública.
Después de varios días de incertidumbre sobre la posibilidad de que Madiba, enfermo por aquellos días y a punto de cumplir 92 años, asistiera a la ceremonia de clausura del Mundial, acudió al Soccer City, aunque los aficionados solo pudieron disfrutar de su presencia unos minutos debido a su delicado estado de salud.
Un día después de que España conquistara la preciada copa con el gol de Andrés Iniesta a punto de expirar la prórroga (m.116) frente a Holanda, el presidente de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, rindió homenaje al ex presidente sudafricano.
“Fue Nelson Mandela quien trajo el Mundial a Sudáfrica, una persona que cuando salió de la cárcel pidió paz, comprensión y generosidad para el país”, afirmó Blatter en la rueda de prensa de clausura del torneo.
Él nos dijo hace años”, prosiguió, “que tenía un sueño: que el Mundial viniera a Sudáfrica. Él fue quien lo trajo. En la ceremonia de apertura no pudo estar porque estaba reciente la muerte de su biznieta, pero en la clausura, su presencia fue un momento muy especial”, confesó.
El principal icono de Sudáfrica y símbolo por excelencia de la liberación recibió también a los jugadores de la selección sudafricana que dirigía entonces el brasileño Carlos Alberto Parreira, que profirieron hurras en su honor al ritmo de la canción “Nelson Mandela, no hay nadie como tú”.
Mandela asistió a la inauguración y a la clausura del Mundial y entretanto, su presencia espiritual dominó todo el campeonato.
El balón oficial de la final, por nombre “Jobulani”, fue subastado a beneficio de la Fundación que lleva su nombre junto a otros artículos del Mundial, entre ellos cuadros firmados por algunos de los integrantes de las selecciones internacionales, como el español David Villa o el argentino Leo Messi.
A Mandela, un hombre que supo hacer del deporte un puente de unión entre diferentes razas y credos, se le atribuían en Sudáfrica poderes especiales. Nadie olvidaba que con él en el campo consiguieron los 'Springboks' conquistar el Mundial de rugby en 1995 y los 'Bafana' la Copa de África de fútbol 1996.