Todavía bajo el elixir del alivio, el técnico sorprendió minutos después con una benevolente valoración de la pobre actuación de Brasil en Asunción.
“Brasil no ganaba aquí desde 1985, tenía que haber logrado la victoria ante Uruguay, en casa. Sabíamos que sería complicado, pero el equipo entendió cómo se juega una eliminatoria” , afirmó el técnico ante la prensa.
No deja de ser sorprendente, sin embargo, que la selección que más Copas del Mundo ha ganado en la historia haya precisado dejarse la mitad de puntos en juego en los seis primeros encuentros del clasificatorio sudamericano para entender qué hay que hacer para conseguir un boleto a una competición a la que jamás ha faltado.
Y, de momento, no lo tiene. Aunque aún queden 12 largos partidos para definir las cuatro selecciones que estarán en Rusia-2018 y la quinta que jugará el repechaje, Brasil es hasta septiembre sexto del premundial con 9 unidades.
Sólo por delante de los propios paraguayos -que ya sacaron a la ’canarinha’ por la puerta de atrás de la Copa América de junio y ahora están empatados a puntos-, de Perú y las humildes Bolivia y Venezuela.
Extraña pareja
En un primer tiempo que ya forma parte del extenso archivo de momentos para el olvido de esta Seleçao gris, Brasil volvió a mostrarse vacío y desorientado, con las ya habituales pifias en defensa que permitieron los goles de Paraguay, el segundo tres minutos después del descanso.
Pero cuando ya se escribían los obituarios futbolísticos de Dunga, una extraña pareja símbolo de esta ’canarinha’ irreconocible acudió al rescate.
A menos de un cuarto de hora del final, el potente Hulk lanzó un trallazo a Justo Villar y Ricardo Oliveira, que tras ocho años fuera vive a los 35 una segunda juventud en la selección, echó mano de su veteranía para convertir el rechace en el 1-0.
Luego vendría el gol agónico de Dani Alves, el mismo al que Dunga sólo aceptó en su nueva selección para cubrir la lesión de Danilo en las vísperas de la Copa América, o el que dijo que las ideas del técnico no eran “la solución” , y que ahora le ha salvado de una condena segura.
“La selección evitó la humillación, pero no esconde sus deficiencias. No tiene maestro, alguien para colocar la bola en el piso y pensar en el juego. No tiene protagonistas, quien desequilibre a su favor. La selección continúa dependiendo de la inspiración, el humor y las apariciones de Neymar. La selección tiene un técnico atónito” , escribió el periodista Antero Greco en su columna de O Estado de Sao Paulo.
¿Y Neymar?
Es precisamente el cambiante humor de Neymar el que comienza a preocupar en Brasil. Ausente por sanción de la mitad de las eliminatorias y sin ningún gol hasta ahora, el compromiso y madurez que el estelar delantero de 24 años luce en el Barcelona se derrumba cuando no está flanqueado por sus socios Luis Suárez y Lionel Messi.
Una de las primeras apuestas de Dunga fue nombrarle capitán de la reconstrucción de una Seleçao en siniestro total tras el Mundial-2014. Ya hay quien ve, sin embargo, que esos mismos brazos que levanta decenas de veces para reclamar y hacer aspavientos durante sus partidos con la selección no están firmes aún para llevar el brazalete.
Pero la incuestionable calidad con la que maravilla al mundo vestido de azulgrana es la única luz que alumbra a una Seleçao hundida en sus años más negros.
Por él pasa también el futuro de Dunga, que sigue luchando para que el astro esté en las importantes citas de la Copa América y en la lucha por el oro inédito en los Juegos de Rio.
Una buena campaña de invierno austral sería clave para alargar la vida del técnico en el banco canarinho, beneficiado por el desgobierno de una Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) engullida por la corrupción.
Con Marco Polo Del Nero, el directivo que le eligió en julio de 2014, licenciado para defenderse de las acusaciones de la Justicia estadounidense, pocos esperan que su sustituto interino, el fiel Coronel Nunes, tome una decisión drástica de no ser inevitable.
Aunque en un Brasil donde nadie se atreve a asegurar quién gobernará el país dentro de unos meses, predecir si Dunga estará en el banco cuando Brasil visite a Ecuador en septiembre es un ejercicio de alto riesgo.