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Cristian Álvarez llegó a Cerro Porteño para el Clausura del 2015 y fue uno de los señalados por la final perdida ante Olimpia. El primer semestre del año siguiente perdió la titularidad, se lesionó y terminó por dejar Barrio Obrero.
Tras esto, el arquero colgó los guantes de manera temporal, específicamente un año y tres meses, hasta que fichó por el Real Zaragoza. En una nota para La casa del fútbol, el argentino contó parte de su vida.
“Desde la salida del Espanyol ya estaba con algunas inquietudes, con una vocecita que me decía: ‘listo, no juegues más, esto no es para vos, este ambiente no te gusta, para qué si son más las veces que la pasás mal que de las que la pasás bien’”, comentó.
“Hice terapia para entender, para darle un poquito de orden, para tener una ayuda. Me han querido meter pastillas, pero hasta ahora sigo limpio. Una vez escuché una frase, que es como el chupete para el bebé, para que no llore”, detalló.
“Tomé la decisión de no seguir. Dije basta. Nos están bombardeando todos los días con el fútbol, están bombardeando Siria todos los días también. No me pondré en plan político pero eso no lo vemos, nos distraen con el fútbol”, añadió. Esto coincidió con su salida del Ciclón.
Se fue a vivir a España, en una montaña, la de Alto Panadés. “Fue un año de mucha reflexión. Estaba viviendo en un pueblo que tenía 30 casas, caminaba todas las mañanas por la montaña, jugué torneos amateurs que me hicieron observar al fútbol desde otro lugar. Entonces empecé a tomar conciencia de lo que es el fútbol a nivel social”, manifestó.
“Entendí que no se puede escapar de un lugar y que las cosas las hay que aprender en los sitios donde más te joden”, aseveró el cancerbero que sueña con jugar “un mundial. Lo veo más cerca, me siento de 25 años. Ya hay tiempo para fracasar. Mirá si hay tiempo para fracasar, ¿por qué no voy a pensar así?”.